viernes, 9 de septiembre de 2016

Apuntes sobre la destrucción de un Microcosmos: Veinticinco.

Casandra era (o es, dada la atemporalidad de los mitos) un personaje de la mitología griega. Según parece, era sacerdotisa de Apolo; este le concedió el don de la profecía a cambio de un encuentro, digamos, carnal. Pero ella, una vez obtenido lo buscado, rechazó el amor del dios, por lo cual Apolo la maldijo escupiéndole en la boca. Así, Casandra mantendría el don de la adivinación, pero nadie creería sus profecías. Bien, últimamente me siento como Casandra. De nada sirve tener razón, si no te llevan el apunte. En todo caso, he pensado varias cosas a las que podría dedicarme en mi tiempo libre. Podría, por ejemplo, convertirme en un judío ortodoxo. No estaría mal, me gustan la barba y los sombreros. Mañana acompaño a mi hermanita a ver a Rammstein, lo cual será todo un acontecimiento, imagino. La verdad, no hay nada para quejarme. Supongo que estoy bien. Demasiada calma es sospechosa.

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