Tiene
un pelo larguísimo. Un pelo que parece flotar sobre su cabeza, que parece estar
dibujado por varios trazos delicados y elegantes. A simple vista, parece un
cabello fino y sedoso, que se mueve al compás sencillo del viento. Pero cuando
se intenta pasar la mano por él, los dedos salen cortados y chorreando gotas de
sangre. Ahí se revela el raro secreto de ese pelo. Cada uno de los integrantes
de esa cabellera, es un delgado alambre de cobre. Cada uno de ellos, tiene una
pequeña rosca en una de sus puntas. Todas las mañanas, debe enroscar
cuidadosamente, y uno por uno, todos los cabellos de su cabellera. Cada pelo
es, además, una terminal eléctrica que produce una pequeña descarga; cuando
piensa en algo o alguien, un pequeño estallido azul se provoca en alguna parte
de su pelo. Entonces, los alambres crecen un milímetro. Así, debe pensar y
pensar en todas las personas y las cosas parejamente, para que su cabello
crezca parejamente. Pero no siempre puede hacerlo. A veces, se enamora y el
costado izquierdo de su cabeza se alarga desmesuradamente; en otras, se
obsesiona con comprar tal o cual objeto y el flequillo se estira hasta taparle
los ojos. Cuando esto ocurre, debe tomar una pinza y cortar metódicamente el
resto de alambre; aunque, a veces, se hastía y lo deja así como está. Para lavarlo,
también es todo un ritual; uno por uno, los engrasa y los pule hasta que el
cobre brilla, como el sol en el atardecer de verano. A la noche, antes de
dormir, desenrosca todos los cabellos y los guarda en un estante, preparado
especialmente para eso. No podría dormir con todos esos alambres enroscados en
su cabeza. Sin embargo, todo ese sacrificio es invisible, cuando por la calle
se ve esa enorme estrella roja, altiva, que flota como indiferente por encima
de su cabeza.
me cabe migo
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