El
día de hoy fue indeciso, inconstante, no sostuvo un plan a largo plazo. Es importante
que el clima tire siempre para el mismo lado, que trabaje en conjunto, que
genere tranquilidad en el ciudadano de a pie para que puede este (el ciudadano,
no el pie) tener tranquilidad en que, si hay sol, lluvia o caen Bullrichs de
punta sepa cómo prepararse para tales contingencias. Hoy hubo internas en el
gobierno del clima, marchas y contramarchas, un rumbo político poco claro. Bueno,
sí, llovía en una calle –lluvia fría, además- y un sol quemante despuntaba a la
vuelta. Y encima el viento que, en bicicleta, resulta un alivio cuando sopla a
favor, pero una especie de castigo impuesto por Dios cuando toca en contra.
Nobleza obliga decir que el equilibrio entre viento a favor y en contra hoy fue
perfecto porque, como se sabe, Dios aprieta, pero no ahorca. Hablando de
soplar, hoy pensé en la cumbre de la literatura universal, me refiero al cuento
de los tres chanchitos y el lobo feroz. Creo que lo único que hay que leer en
la vida es este cuento, el resto de lo que uno lea en la vida es de puro vicio.
La enseñanza de este relato es que es importante construir estructuras sólidas
para defendernos de los peligros que acechan afuera. Esto puede ser aplicado, a
primera vista, para individuos o grupos familiares, pero también es útil para
naciones o gobiernos que hacen la plancha y regalan a los trabajadores en
bandeja de plata para que la derecha termine de barrerlos. Bueno, no quiero
desviarme del tono general de estas líneas. Volví en el 273 ramal F, el micro
que pasa por Gorina. Es una sensación extraña la de subirme a la F porque la
mayoría de las caras suelen resultarme conocidas y un poco me siento observado.
En el micro, uno es un extraño rodeado de extraños, pero en este no. Luego,
tuve que hacer unas compras y caminé varias cuadras antes de llegar a mi casa. Pensé
en la siguiente situación para un relato. Un personaje piensa en alguien. De pronto,
nota sutiles cambios en el clima, la atmosfera, la gente, pasan un par de cosas
nimias, pero inusuales. Entonces, se cruza a ese alguien en quien pensaba por
la calle. Caminan juntos y, dado que ambos tenían una historia en común, hablan
de cosas con sinceridad y sabiendo que tal vez no vuelvan a verse. Se despiden
con la certeza de que no se cruzarán jamás. El personaje protagonista siente un
enorme alivio. Otra vez las cosas parecen cambiar a su alrededor: el clima, la
atmosfera, etc. Continúa caminando con el curso anterior de sus pensamientos. Bien,
si esto perteneciera a un relato más amplio podríamos pensar que esta escena
cierra algo anterior. Me parece necesario que haya ese cuerpo para que esto
funcione. Escrito, agrego, de forma densa y realistas, expresando con claridad
los deseos y acciones de los personajes. Así, esto, que sería un final, podría
servir. Ahora, si se lee con atención, se nota que hay esos cambios antes y después
de la aparición del segundo personaje. La única intención es crear un ambiente
que permita dar lugar para que quien lee piense que es toda la charla una fantasía.
Podemos pensar que el protagonista está atormentado por esta historia no
solucionada y construye algo a su alrededor para cerrarla, una capa protectora
de su cerebro. O se puede pensar que ocurrió dado que los elementos son
externos, pero al fin y al cabo ¿qué es lo externo y lo no externo en la
escritura? Igual, no voy a escribir todo esto porque es una paja y me embola,
pero estos pequeños trucos me gusta probarlos y pensarlos, aunque la literatura
ya no usa estas argucias, ahora es todo drama, hasta pondrían un cartel gigante
de ESTO TAL VEZ SEA UNA ALUCINACIÓN. Bueno, ahora Carlos me dijo que estoy al
salto por un bizcocho. René duerme encima de mí.
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