Hoy
me levanté después de las siete y el frío me pegó en el cuerpo. Apagué la
alarma varias veces, pero de forma inconsciente. Estiré el brazo y moví el
cursor hacia la izquierda del celular para postergar diez minutos más. Sin embargo,
no había en mí noción de día u hora, como si estuviera rodeado de oscuridad. En
un momento, abrí los ojos y comprendí que era lunes. El frío de esta parte del
mundo, es decir, de La Plata, es peor que cualquier otro frío, es un frío húmedo
que atraviesa la ropa, la piel, la carne, que se adhiere a los huesos. Fui a la
parada del micro y casi me subo al colectivo equivocado. Vino uno con el cartel
del 195, pero iba por autopista y no por Centenario. Una chica me sacó del
error y me explicó la situación. Igual, le dije que iba siempre a esa parada,
pero me confundió que tuviera un cartel siendo otro. Ella pareció aceptar con
más tranquilidad las incongruencias del servicio de transporte. Llegué a la
oficina y no había jefe ni supervisor, así que cundía el caos y el pánico. Tratamos
de organizarnos como cooperativa de obreros. Salí a la calle alrededor de las
nueve. El frío es mejor que el calor, al menos para este trabajo. A medida que
transcurre el día, sube el sol y el cuerpo se calienta con la bicicleta motivo
por el que el frío se vuelve tolerable. En cambio, con el calor ocurre lo
contrario: crece con las horas y el movimiento hasta volverse un monstruo
insaciable. Una señora me ofreció jugo de manzana. Estaba rico, pero me dejó la
boca pastosa. Volví a eso de las dos y organicé las cosas para mañana. Hay mucha
correspondencia por un operativo del consulado italiano al que se le tuvo que
dar prioridad. Así que, si usted no recibió lo que esperaba, es por eso. A la
vuelta, y viendo que era temprano, fui a comprar algo para comer al chino por
peso. Caminé por las calles frías de la ciudad. A mí no me desagrada para nada
el invierno y eso que debería. Supongo que porque soy como un oso polar. Carlos
tuvo su clase de pintura y yo me encerré en una de las piezas con las gatas. Polly
y René están cariñosas porque buscan calor. Son interesadas.
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