Hoy
es el día del censo. Para los que no son argentinos, el censo es un día en que
se suspende toda actividad y nos quedamos en nuestras casas para que el Estado
nacional nos cuente y haga un relevamiento de la población. Me levanté temprano
para esperar al censista, censor o censador, no sé cómo se pronuncia. Vino el
masajista de Carlos para acomodarle los dolores de espalda. Me quedé sentado en
la cocina sin moverme, esperando, zambullido por completo a la llegada del
censista, censor o censador. Es difícil el tiempo sin actividad para el
trabajador. Como Carlos me dijo que estas líneas se vuelven aburridas, pensé en
secuestrar al censista. Lo retengo atado a una silla y armó un escándalo local.
Cuando venga la policía, pido una pizza, un auto y hablar con un juez. Digo que
lo hago porque estoy en contra de las mediciones de población. Yo no soy un número,
gritaré, soy una persona con anhelos, sentimientos, certezas, temores, una
persona que ama, que llora, que ríe, que duerme cuando tiene sueño y come
cuando tiene hambre. Tal vez pueda huir del país o tal vez me acribillen a mí y
al rehén cuando quiera subir al auto y todo será recordado como La Masacre del
Censo. Tocan el timbre y me pongo en guardia. Trató de pispear quién es. Parece
una chica. Abro un cajón de la mesada y miro el cuchillo. Será hora de cometer
un delito para entretener a mis magros lectores, pero me arrepiento. Atiendo a
la censista, censora o censadora. Le doy mi código y me comenta lo rápido y fácil
que es todo ahora con eso del censo digital. Se despide afable y yo vuelvo a lo
mío. Tengo el día libre por delante, pero hace frío y todo está cerrado. Me pongo
a leer y trato de pensar en qué escribiré hoy en este espacio dado que no hice
nada. Recordé una vieja lección de biología que nos enseñó una maestra. Según ella,
los hombres tenemos el hemisferio izquierdo y el derecho separados, mientras
que las mujeres los tienen conectados. Por eso, las mujeres pueden hacer dos
cosas a la vez, como cocinar y mirar la novela. Esto fue lo que nos dijo a
nosotros, alumnos de trece años. Ahora ya oscureció y mañana espera la rutina. Sé
que se vienen días agitados y eso un poco me angustia porque soy un amante de
la tranquilidad. Estuve pensando y creo que me voy a dedicar a la magia. Renuncio
al trabajo y hago un cursito y listo. Arranco con cumpleaños y cosas pequeñas y
así hasta llegar a Las Vegas. Seré un mago. René tiene frío y estuvo durmiendo
tapada toda la tarde. Se levantó para comer.
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