¿Cómo
puede ser que el Barsa se esté ubicando, lentamente, entre las cosas
decepcionantes de mi vida? ¿Cómo puede ser que algo que, antes, representaba un
momento de sosiego y tranquilidad frente a la hostilidad del mundo, ahora sea
un escenario más de catástrofe? ¿Cómo puede ser que aquello que antes nos
otorgaba un respiro de placer y belleza ahora se convierta en territorio del
sufrimiento y los complejos? ¿Cómo puede ser que, uno a cero arriba y con todo
controlado, estemos pidiendo la hora, reclamando pelotazos a la tribuna o
anhelando la construcción de una muralla de concreto en la línea del arco de
Ter Stegen? ¿Cómo puede ser que se haya perdido completamente todo estilo o
recato o que, en el mejor de los casos, el estilo este en duda? ¿Cómo puede ser
que Messi no desequilibre y sufra también el naufragio? ¿Cómo puede ser que el
propio Guardiola sufra el desarraigo? Tal vez fue sólo un momento, un instante
de entrecruzamientos únicos, imposibles, irrepetibles, lo que nos permitieron
ser testigos de uno de los mejores equipos de la historia. Quién sabe. Los fanáticos
del Aleti o de Mou, de parabienes. No importa. Sostengo lo mismo de siempre: no
se puede vivir sin poesía. Nuestro torneo, el interno, sigue doliendo. Hoy casi
no hubo comentarios, supongo que por la vergüenza. Uno de los rivales, según
dicen, juega en Comunidad Rural, un equipo de la liga platense. Hay una queja
pequeña; no se deberían permitir jugadores federados. Tal vez la próxima debamos
hacer la gran Burns y contratar jugadores profesionales. Más allá de eso, el
viernes encontré un pintor en plena calle; en realidad, vi cómo se le caía al
chico, que venía en moto con la madre. No pude dárselo en ese momento, pero
sabía quién era y donde vivía. Hoy se lo alcancé a la casa; me dijo que menos
mal se lo llevé porque era el único que tenía. Cambiando de tema, no hay que
dejarse llevar por la vanguardia y eso. Mire, decir vanguardia es una forma académica
y elegante de decir moda; y la cosa con la moda es así. La moda es algo que da
vueltas a la manzana; correr detrás de ella es inútil y desgastante, dado que
siempre se está moviendo. No, lo que hay que hacer es pararse en una esquina y
esperar a que la moda pase por allí. En algún momento va a pasar, aunque
tampoco hay que confiarse. Por ahí, cuando la moda está veinte metros de
nuestra esquina, un taxista totalmente pasado se sube a la vereda y nos
aplasta. Y la moda llegará cuando no estemos para exprimirla.
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