Dicen
que, cuando uno quiere dormir mucho, es porque no quiere estar despierto. Quiero
dormir y duermo poco. Estoy demasiado tiempo despierto. Y cuando duermo, no
sueño. O sueño cosas confusas, movidas, sucias. Me gusta dormir; el sueño es
una entrada a otro mundo, a uno de reglas diferentes y arbitrarias. Es una
fantasía que creemos real. Pero soñar no es un acto de voluntad, es una
cuestión de azar. A veces, pasan días y días sin soñar; hasta que, de pronto,
nos conmueve un sueño intenso. Hoy, al costado del camino, había un gallo
muerto dentro de un cajón de madera; lo habían tapado con un pedazo de cartón,
pero las plumas de la cola asomaban como un penacho ámbar oscuro. El gallo no
se veía, se sospechaba, al igual que los motivos de su muerte. Es algo para
preguntarse como muere un gallo. En diciembre, se empieza a sentir el calor. La
ropa colgada de la soga adquiere el olor del sol. Es cuestión de pasearse entre
ella, a media tarde, y se puede percibir el aroma a sol, impregnado en las
prendas. Como lucecitas naranjas parpadeantes, las mariposas vuelan sobre la ligustrina;
son varias y nadan hacia arriba, hacia abajo, hacia los costados. Voy a rozar
el aire de terciopelo. En alguna parte de Gorina, hay un hombre que es
propietario de una enorme montaña de escombros Es un hombre muy gordo y de piel
muy roja, quemada por las horas de exposición al sol. El hombre siempre está
subido a un tractor anaranjado y mueve los restos de ladrillos de un lado a
otro. El lugar ocupa casi media manzana. Pero hay un lugar donde los dientes
del tractor son inaccesibles. Allí, los escombros fueron tapados por una piel
verde, hierba mala que creció entre los restos de casas. Como un mantel
brillante que tapa las ruinas de las que está hecho, el césped se abre paso
entre pedazos de vigas y cemento gris. Sobre él, como pústulas luminosas,
crecen decenas de flores violetas. Es un paisaje llamativo. Sobre aquello que
ya no es, sobre aquello de lo que sólo quedan recuerdos destrozados, crece un
mantel fulgurante, precioso, vivaz. Es sólo cuestión de tiempo, tal vez, para
que de lo muerto nazca una vida nueva, robusta, hermosa.
viernes, 30 de diciembre de 2016
domingo, 18 de diciembre de 2016
¿Me da una moneda pa comprarme un vino?
“La
tribuna lo aplaude, señores, se pone de pie para aplaudirlo. La ovación no se
hace esperar para despedir a este prohombre, este verdadero prócer de la
Historia Argentina. A pesar de las críticas, muchas veces injustas, nadie puede
negar la importancia de esta persona en la construcción de nuestra Nación. Por eso,
y por tanto años de servicio eficiente, representado con absoluta entrega a la
moneda nacional, hoy lo despedimos. Hoy deja de vestir el glorioso rosa oscuro
del billete de veinte pesos. Sale Rozas, señoras y señores, ingresa…¿Quién ingresa?
Que no alcanzo a distinguir desde aquí.
-Ingresa
un guanaco, Muñoz.
-¿Un
guanaco?”
-Lo
que siempre me pregunto es a quién carajo se le ocurren estas cosas, es decir,
quién es el tipo que un día entra al despacho de Sturzzenegger y dice Tengo una
idea, pongamos animales en los billetes.
-Yo
me imagino que están del orto, con minas, dándole a la merca y tiran esas.
-Capaz
que son fanáticos de los palitos de la selva.
-Pero
la gente le pone Me Gusta a esas cosas, les parece bien.
-Son
ellos mismos lo que hacen eso, para mí Macri infiltró a toda la población, si
ni siquiera sabemos cuanta guita tiene, tal vez el cuarenta por ciento de la
gente son tipos pagados por Macri para decir que son buenos.
-Tenemos
que comprar una gaseosa, vamos al kiosco.
-No,
porque los kiosqueros son policías, para esos existen los chinos, con ellos no
importa si estás del orto, si igual no entienden nada. Te hacen sentir cómodo.
-Vamos
a la plaza, después.
-Sí,
pero voy a cambiarme la remera del Arsenal, porque negro con ropa deportiva es
igual a chorro. Seguro me detienen, me llevan a la comisaria, me inventan un montón
de causas y paso doce años en Sierra Chica. Por eso mejor me cambio.
(…)
-El
lunes les voy a decir, no creo que el chabón sea tan brillante para pensar todo
eso.
-Vamos
a ver el pesebre viviente.
-¿Dónde
está Jesús?
-Ahí,
en brazos de María.
-Está
medio baqueteada María, ¿no se suponía que fuera una chica?
-Mirá
ese tipo raro, patizambo y con remera de guardavidas, ¿cómo hará para salvarte
si te estas ahogando?
-No
sé, pero tiene pinta de abusador de menores y está cuidando a los niños.
-Ahora
se quiere robar el Trencito de la Alegría.
-Nos
va a chocar.
-Todo
esto está organizado por la Comisión de Tradicionalismo de la Municipalidad de
La Plata, ¿existe eso?
-Al
parecer, me imagino que pensará si me ve, mi yo del futuro.
-Peor
si te ve tu yo del pasado, tu yo cuando tenías cuatro, cinco, seis años.
-Miedo.
-Ese
me pegó cuando era chico, entre dos me pegaron.
-¿Queres
que le matemos a la hija?
-Mejor
vivir sin rencores.
(…)
-No
puede ser que todo nuestro bagaje cultural provenga de Los Simpson.
-Prat
Gay está demasiado maquillado, es naranja casi. Según él, vendían una realidad
que no era ésta, y creo que se tocó abajo cuando dijo ésta.
-Creo
que estoy re loco.
-Yo
no, estoy recareta.
-La
primera muestra de que estás loco, es decirte que no lo estas. Vos no vas por
la vida, digamos, rindiendo un examen y en el medio del examen decís Estoy
recareta, no te lo preguntás porque es obvio que lo estás.
-¿Le
pregunté al chino si le había costado aprender español?
-No
sé, creo que no. Te digo una última cosa, a modo de consejo. Cuando pienses que
no tenes dignidad, pensá en Majul y listo.
sábado, 17 de diciembre de 2016
La Oscura Risa de Todos Estos Meses I
El
Periodista de la Redacción ve la notica y no la entiende. No puede ser, se
dice, todos sobreseídos, no puede ser, es la mentira más triste de todas. Las letras
de molde informaban con cierta sorna el sobreseimiento de los empresarios en la
causa de la papelera. Había en la redacción de la nota un halo de burla, las
palabras transmitían una arrogancia, un canchereo, el inevitable sentimiento de
victoria de quienes se sienten ganadores. Dicen que aquellos que nunca pierden,
son incapaces de asumir una derrota; el triunfo es tan natural que les parece
inaceptable no obtenerlo. Ahora, ahí se los ve, sacando pecho, como un gallo después
de una riña. Él trabaja desde hace muchos años en la redacción del diario de la
ciudad; es eso, un trabajo, un medio de subsistencia. Soporta escribir notas
con un solapado tono de centroderecha, realizar alguna pequeña operación de
prensa para un empresario amigo del dueño, inventar o exagerar alguna información
para rellenar espacio. A cambio, recibe una modesta suma con la que paga las
cuentas, mantiene a la hija, no mucho más. Se siente con cierta alma de poeta,
escribe haikus en su tiempo libre. No sufre ningún remordimiento por su
trabajo; cuando era más joven, creía que una ulcera le quemaría el estómago,
pero eso no ocurrió. Acepta que no es diferente a otro oficio. Algunos compañeros
no lo soportaron, salieron despavoridos en cierto momento. Sobre todo uno. Pero
estas cosas lo superan. Es demasiado evidente. Se sumaba al desatino del juez
oficialista sobreyendo a los funcionarios beneficiados con el delito
investigado. Todo parece una enorme burla, como si el Gobierno se empeñara en mofarse
de la gente. Todo esto es un chiste cruel, piensa. A veces, no queda otra que reírse.
El celular vibra sobre la mesa. Número Desconocido. Imagina quien puede ser,
aunque no que quiere. Atiende.
-¿Seremos
parte de los argentinos que dice el Presidente?- dice una voz del otro lado.
El
Periodista de la Redacción la reconoce enseguida.
-Reapareciste.
¿Cómo andas, tanto tiempo?
-Bien,
creo, ¿vos?
-Igual
que siempre- el Periodista esboza una sonrisa- por lo que veo, estuviste poniéndote
al día.
-Jajaja,
es cierto, quise irme, pero me veo obligado a volver ante tanto dislate, ¿vos podés
explicarme quien carajos son “la mayoría de los argentinos”? Debo admitir, eso
sí, que es una construcción interesante, porque admite que podría haber
argentinos que no están de acuerdo, sin abandonar el terreno de la entelequia.
-Es
cierto, no hay que escarbar demasiado para encontrar la evidencia ideológica. Creo
que tenías razón, en algún punto, lo que cambió fue el eje del relato.
-Es
que siempre va a existir eso, siempre va a haber un enemigo, la cuestión es
quien es señalado como tal, aunque cuando escuchas al Protector de los Hombres
Rozitchner, te quiera hacer creer lo contrario.
-Es
el Foster macrista, pero hay que tomarlo en serio.
-Es
a la persona que más tomo en serio de todo el Gobierno, más que a la Pato
ToroRico, que piensa que los comentarios en redes sociales pueden voltear un
presidente.
-Mientras,
sobreseimiento para todos y todas.
-Dicen
que la gente tiene que trabajar, que basta de mantener vagos, que la cultura
del esfuerzo, tipos que en su puta vida trabajaron, que en su puta vida les
salió un callo en la mano por trabajar. Son todos hijos de rico. Hablan de
educar al pueblo y son ignorantes. ¿Sabés cuando sospecharon los de la prueba
PISA que algo andaba mal? Cuando Macri se puso un 8.
-Ni
hablemos de la parte económica, de la cuestión dura y técnica.
-Es
que eso es obvio. La cuestión no eran las medidas, que se sabía que iban a
tomar, la cuestión es el dispositivo ideológico y discursivo que se construye
para que la gente naturalice esas medidas, para que se acostumbre, para que las
perciba como inevitables. En una época, alguna gente de la izquierda te decía
que eso no iba a pasar, que la gente iba a salir a la calle a defender esos
derechos. No funciona así, a la gente la pueden convencer de cualquier cosa. Por
eso intento volver, por más estéril que sea, hay que intentar que no se
naturalice la mentira.
El
Periodista de la Redacción se queda en silencio un momento. Busca un video en
You Tube.
-¿Tenes
una Pc cerca?
-Sí
-Ahí
te paso un video, te va a gustar. Lo de Venezuela es increíble.
-Sí,
para Macri, la Justicia funciona según consensos, es similar a lo de Milagro
Sala, a la mayoría le parece, entonces está bien. La mayoría es una forma de
decir “lo que a mí me parece”. Habla de democracia y derechos humanos y respeto
a la libertad, pero en realidad, quienes los violan según él, siempre son los
pobres, los negros, los populistas. Eso valores, que son muy importantes, son
apropiados por la derecha y vaciados de contenido, es como la palabra
honestidad, ¿Cómo carajos dejamos que la derecha se apropiara de la palabra
honestidad?
-¿Viste
el video?
-Estoy
en eso.
La
línea queda en silencio durante unos segundos. El Periodista de la Redacción se
sonríe, sabe que es un material interesante. Es algo que remite a un hecho
cercano en la política argentina, algo que tuvo gran influencia en una elección
provincial. Escucha a la voz realizar una interjección de asombro. Luego,
suelta una carcajada demencial.
-JAJAJAJJAJAJJAJAJJAJAJAJJAJAJJAJAJJAJAJAJJAJAJJAJAJAJJA.
viernes, 16 de diciembre de 2016
David Lynch ha muerto I
Karen
contó las monedas en la caja registradora por cuarta vez en la noche. Los días de
semana se hacía interminable el turno. A veces, aprovechaba para leer alguna
cosa; mayormente de la facultad, aunque en otras ocasiones se llevaba algo que
le gustara. Solía tener tanto tiempo libre, que podría haber leído la
Biblioteca Nacional; pero después de un rato, la vista se le cansaba y dejaba
los libros de lado. En la estación de servicio, había una tele y varias mesas;
algunos insomnes, vagos o noctámbulos las usaban para matar el tiempo. Había, también,
un chico que oficiaba de guardia de seguridad y otro de playero, aunque sus
jurisdicciones eran diferentes. Pero todas estas descripciones son vanas;
sirven, quizás, para situarnos en un escenario, en un clima. La estación de
servicio, ubicada en un barrio tranquilo, era un barco luminoso encallado en una
marea oscura, visitado de pasada por algunos transeúntes fantasmas, que buscaban
cigarrillos, alguna bebida, combustible o un café. Lo importante no es eso. Lo importante
es Karen, la chica morocha y flaquita, de ojos dulces, que espera con una
sonrisa de porcelana detrás del mostrador para cobrar; la chica que sueña todas
las noches con que sea la última de trabajar allí, que sueña con recibirse y
poder ejercer su profesión; la chica que soporta estoica los coqueteos y palos de
todos los tipos calentones que pasan por allí, respondiendo siempre con simpatía,
pero también con firmeza. Eso es lo importante de este párrafo, no la estación de
servicio. La mirada agotada de Karen, mientras busca algún canal de televisión donde
pasen música decente y no solo imitadores de Arjona y Pittbull; o su hastío al
escuchar los audios de WhatsApp que le mandan su novio o sus amigas, ni que
hablar cuando ve las actualizaciones de Facebook o Instagram. Todas las noches
siente que su cabeza puede colapsar, pero se dice que no, que aguante, que ya
se va a recibir, que escapará de allí de alguna forma. Y tapa, se narcotiza, mira
la tele, lee alguna fotocopia, cuenta las monedas, chequea el celular. O habla
con Ezequiel, el adolescente gordo y granoso, de piel impactantemente blanca,
que cae todas las noches con alguna historia rara.
“…desde esa noche
te extraño en mi habitación/ creo que puedo caer en una adicción/ contigo…”
-¿Pero
que es esta mierda?- dijo Karen, y cambió de canal.
Ezequiel
le sonrió. Seguro en un rato le saca charla. Allá viene el chico lindo, pensó,
mientras veía entrar a un joven morocho con un jopo raro. Ella sonrió con su
mejor cara. Él se acercó al mostrador, algo tímido.
-Quería
comprar cigarrillos- le dijo Bruno, con voz suave.
jueves, 15 de diciembre de 2016
Yo no te escuendo nada.
El
tipo me mira, con los ojos de siempre.
-¿Y
esto sirve para votar?
-Sí-
le respondo- es el documento. Sirve para todo.
-¿También
para votar?
-Sí.
Que
espíritu cívico, pensé, pero es habitual que la primera pregunta sobre el nuevo
DNI sea por la metodología de votación, lo cual nunca deja de llamarme la
atención. No les interesa ningún otro tramite posible que puedan realizar, sólo
si sirve para votar y de qué forma se instrumenta. Más allá de todo, las
elecciones parecen representar algo para la gente. En otra casa, una señora le
dice a la nieta Yo no te escuendo
nada. Le amo. A mí, por otra parte, parece seguirme una mariposa naranja; la
veo por todas partes, siempre revoloteando alrededor de la bicicleta. Se podría
argumentar que las mariposas son comunes y, entre ellas, el color naranja es el
más usual. Puede ser, pero esta mariposa siempre parece surgir de la nada, no
es que la veo a lo lejos. Voy andando y, de pronto, veo un pequeño pliegue
anaranjado que revolotea alrededor de mí; pareciera que quisiera acercarse,
posarse sobre mí, pero el viento, la velocidad, el vértigo de la situación le
detiene. Atemorizada, se aleja, se pierde de mi vista. Mañana, en alguna otra
parte, volverá a aparecer. Tal vez, algún día, pierda la timidez y duerma sobre
mi pelo. Pero dejemos esta seudo poesía de lado, al menos por un momento. Hoy surgió
el tema, no recuerdo por qué, del premio al mejor compañero en la primaria. Y también
surgió del fondo de mi mente, otro frustrante recuerdo de mi infancia. No existía
momento del año escolar en que toda la farsa social quedara en mayor evidencia
que cuando se elegía al mejor compañero. Porque no se elegía a quien era el mejor
compañero (es decir, a quien mejor levantara las banderas del peronismo,
perdón, no pude evitarlo), se elegía, decía, a quien más amigos tenía. Es decir,
no era un premio a quien mejor ejercía la solidaridad y el respeto por el otro,
era un premio al lobby, lo cual era trágico. Y debe seguir siendo así. La lección
era (es) que no sirve ser bueno, que ser bueno no trae reconocimiento; el
rosqueo, el saber acomodarse, el rodearse de corroboradores es lo que,
finalmente, trae reconocimiento. Sin embargo, sigo creyendo que es mejor ser
bueno. Dos cositas para terminar. No creo que Marcos Peña represente a la
derecha cuando dice que “El pensamiento crítico puede ser dañino” o algo así. Cosas
similares he escuchado en militantes kirchneristas o de izquierda; hacer más y
pensar menos, se resumiría. Creo que la renuncia a la reflexión representa un síntoma
de época, es algo transversal a nuestras generaciones. Las personas, en
general, no quieren pensar, o quieren hacerlo lo menos posible. La frivolidad
no pasa, en todo caso, por una postura política o por esbozar cierto compromiso
social; pasa por no querer involucrarse con el otro de una manera más humana,
más real, más sincera. Y, por último, no fui a ver a Kiciloff en la plaza, no. Voy
a ir a verlo a Prat Gay, después de que abandone el ministerio y salga a
codearse con el pueblo por las calles.
PD:
En el entretiempo de la Copa Argentina, pasan una publicidad del Ministerio de Energía
de la Nación, hablando sobre el ahorro de electricidad. Basta chicos.
miércoles, 14 de diciembre de 2016
David Lynch ha muerto
Recordó
el episodio como si hubiera sido ayer. Incluso, por un momento creyó que había sido
ayer. Era un incidente muy menor, intranscendente diría. Sin embargo, la imagen
volvía constantemente a su cabeza. Una tarde de noviembre, cuando estaba por
cruzar la calle, una camioneta estuvo a punto de atropellarlo. Recordaba con
detalle cómo iba a dar un paso hacia la fatalidad, cuando el vehículo pareció
surgir de la nada; pasó frente a él como una exhalación, como dándole un beso. Estaba
tan distraído que no lo vio en ningún momento. Luego, se quedó parado unos
segundos, observando la vereda de enfrente. Por un instante, se salvó de sufrir
un horrendo accidente. Nadie se percató en ese momento de lo acontecido, y con
el tiempo el incidente parecía demasiado pequeño. Pero, regularmente, la imagen
de la camioneta gris, pasando a escasos centímetros de su cuerpo, retornaba,
molesta, a su cabeza. En alguna parte de él, sentía que todo lo que ocurrió después
de eso, tal vez fue de regalo. O mucho peor, tal vez no ocurrió, tal vez él
está muerto, tal vez está atrapado en una especie de purgatorio, esperando un
dictamen oficial que le asigne su lugar en la eternidad.
-Claudio,
te hago una pregunta- le dijo a su compañero de departamento- ¿no crees, a
veces, que en realidad estamos muertos, que nos morimos en algún momento, pero
nuestra consciencia se empeña en negarlo, se empeña en hacernos creer que aún
estamos vivos?
Claudio
quitó la vista de la computadora y lo miró con algo de hartazgo.
-Te
hago una pregunta yo, Bruno, ¿el objetivo de tu vida es arruinar la mía? En serio
te lo pregunto.
-Bueno,
es sólo una pregunta.
-La
mía también, la mía también, hablando en serio, me parece que David Lynch pasó
de moda. Creo que la novedad se trasformó en recurso, el recurso en cliché y el
cliché en autoparodia.
Bruno
abrió el paquete de cigarrillos y notó que estaba vacío.
-Puede
ser, tal vez la gente comprendió que él nomás puede hacer ese surrealismo
pomposo y oscuro, ¿no hay más cigarros?
-¿Hay
en el paquete?
-No.
-Entonces
no hay, no tengo cigarrillos escondidos por el depto, si no hay en el paquete,
no hay.
-Voy
a ir a la estación de servicio a comprar.
-Cualquier
excusa es buena para chamuyar a la cajera, ¿no?
-Es
lo único que está abierto a esta hora.
-No
sé por qué te gustan las mozas, las ventanilleras, las cajeras, las kiosqueras.
-Son
amables, por eso.
-Es
su trabajo, ser amables con los giles para vender.
Bruno
sonrió mientras abría la puerta.
-¿Necesitás
alguna otra cosa?
Claudio
negó con la cabeza mientras volvía a la pantalla de la PC. Mientras la brisa
invernal le golpeaba la cara, recordó cuando conoció a Clara; también,
inevitablemente, recordó su muerte. Eran cosas que habían pasado desde aquella
tarde en la que la camioneta lo rozó. También Lynch, de algún modo, había sido
tragado por la entropía. Y la estación de servicio seguía quedando a dos
cuadras…
martes, 13 de diciembre de 2016
Cuando Palestina sea Campeón del Mundo
Vistos los últimos
acontecimientos acontecidos en esta residencia, se declara emergencia
habitacional y se dispone que los únicos seres vivientes y sintientes a los que
se les otorga la ciudadanía son:
-Quien suscribe.
-La Gata.
-El grillo que
vive debajo de la cama y me gusta creer que es mi consciencia.
-Algunas arañas.
Al resto de
alimañas y afines se les ordena que, por propia voluntad, se acerquen a las
puertas de la oficina migratoria donde se les asignará destino. Quienes no lo
hicieran en el plazo de 48/ 72 horas, serán buscadas en sus domicilios y se las
llevará a través de la fuerza pública a los lugares asignados. Sin más, La
Administración.
“…y a dónde se nos
fue el amor/ a dónde perdió el avión/ que tren extraño tomó/ la puta que lo
parió…”
Siguiendo un poco la línea de ayer, según Zizek, enamorarse es como caerse. Según
Silvina, es perderlo todo, el asco, la vergüenza, todo. Ambas definiciones se
unen y se complementan en algún punto. El enamorado se expone, es vulnerable,
se somete a la voluntad del otro, y no tiene defensa ante eso. Es lastimado, y
no puede defenderse. “…a dónde queda el
porvenir/ cuando te queres morir/ de qué me voy a reír/ buscando una
explicación…” Por lo tanto, el enamorado cae y pierde. Sufre, básicamente. Si
se me permite la metáfora, es como Palestina. No puede elegir una vía diplomática,
porque Israel ostenta el poder y se pasa por el orto las resoluciones de la
ONU. Pero tampoco puede ejercer una violencia directa, porque también lleva las
de perder; un hombre-bomba son miles de palestinos muertos a misilazos. Por lo
cual, se encuentra encerrado en un espiral: no tiene más que resignarse a su
destino de sufrimiento y disgregación. Pero no creo que sea tan terrible. Tal vez
haya que dejarse caer, tal vez haya que intentar una conexión con el otro más
profunda, más intensa, y dejar de lado el caretaje, la cuestión superficial, tal
vez haya que entregarse al sufrimiento. Al fin y al cabo, el disfrute intenso y
real sería imposible sin ese sufrimiento. Y la canción tiene que ver con eso. Uno
se siente así ante la persona amada; sucio, pequeño, vulgar, una mierda básicamente.
Y el Arsenal volvió a pechear hoy, Dios, no se puede creer tanta frialdad. A veces
pienso eso, que esperarte es como esperar que el Arsenal no pechee, es decir,
es esperar lo que no va a ocurrir; tal vez tenga más suerte si el 6 de enero
espero a los Reyes Magos. “…venía abstraído
cuando te encontré de frente/ y no había puente…”
lunes, 12 de diciembre de 2016
Eya y el personaje
Te
conozco, a ver, miráme dice Eya, ya sé lo que te pasa. Ya está, ya fue esa
historia, no quiero saber más de ese enrosque, responde el personaje. Eya se
ríe, lo observa con ternura y algo de pena. Me das pena, le dice, en serio,
querete un poco. Ya está, insiste el personaje, intentando convencerla a ella y
también a él mismo. No va a terminar, le retruca Eya, te apuesto lo que
quieras. Bueno, dale, acepta el personaje, ¿qué te parece un kilo de helado…de
Thionis? Bueno, igual vos vas a tener que pagar, así que elegí lo que quieras. No,
vas a ver, ya se terminó. ¿Cuándo caduca la apuesta? ¿en una semana?, lo apura Eya.
Te tenes confianza, si queres hasta fin de año, total ya está. Que divertido,
son el folletín del verano y no se va a terminar, le insiste Eya, ay, bebé, que
ingenuo sos a veces. Si, sobre todo por no animarme a contar los detalles
escabrosos de la apuesta, piensa el personaje, mientras escribe esto. Eya lo
abraza y le dice que todo es inútil, que de nada le sirve quererlo, que al
personaje le gusta sufrir, que para escribir necesita esa conexión
autocompasiva consigo mismo, en realidad esto último es la conclusión del
personaje sobre lo que Eya le dice, no lo que Eya textualmente le dijo, pero no
importa. No escribís cosas que conecten sin ese sufrimiento, creo que en el
fondo te gusta eso, te gusta que te boludeen, te gusta ser el tipo al que le va
mal, continua Eya, no te conviertas en eso, no te conviertas en tu propio artilugio
discursivo. Es cierto, tal vez debería escribir sobre putos, queer, sexualidad
explicita, eso vende. Lo cual es irónico si uno lo piensa. Pero como siempre
digo, mejor no pensar. A veces, es como si todo hubiera sido una pesadilla,
como si aún estuvieramos sometidos a un sueño terrible; nos pellizcamos, nos
miramos, hay un vago balbuceo para explicar que fue lo que salió mal. Pero no
hay respuestas ante tanta perversidad. Ya pasó un año de la asunción de Macri. Sin
embargo, a veces la vida nos sonríe, trata de reivindicarse de tanta inmoralidad
a la que nos somete. Hoy, por ejemplo, en el supermercado me regalaron dos
Patynesas, que son una especie de manufactura alimenticia, un subproducto hecho
con sobrantes vacunos y comercializados por Quickfood. No es un gran regalo,
pero es algo. Por lo menos es un indicio de que las cosas pueden mejorar. Después,
el personaje se entera que el Arsenal enfrentará al Bayern en octavos de
Champions y otra vez se deja ganar por la desesperanza. No importa, se dice, el
Arsenal no va a pechear esta vez, esta vez va a ser campeón europeo. Pero se
miente, se miente a sí mismo como tantas otras veces.
sábado, 10 de diciembre de 2016
Conviene irse rápido de los recitales.
Supongo
que no me gusta ir a Capital porque nunca puedo ver el lado amable de la
ciudad. No puedo observar sus edificios, sus monumentos, sus lugares históricos
como el maquillaje turístico y elegante con el cual CABA quiere vestirse. Veo la
pobreza, la gente revolviendo la basura, pibes tomando vino, extranjeros
viviendo en pensiones, pero extranjeros pobres, no extranjeros cool de Palermo,
tacheros pasados, gente alienada y al borde del colapso mental, la degradación
absoluta de la civilización, el limite mismo de la sociedad argentina, bueno,
eso. Como si el Teatro Colón no fuera más que una máscara que intenta ocultar
todo eso, que intenta ocultar el verdadero rostro voraz de lo porteño. Será por
eso que no me gusta, porque no puedo dejar de ver toda la miseria que se
intenta envolver con vulgares campañas de marketing y packaging y todas esas
cosas. Creo que, al fin y al cabo, a veces es mejor la foto. Lo mismo pasa con
las personas. Cuando uno admira a un músico, un escritor, un deportista, cuando
a uno le gusta lo que hace esa persona, tiende a construir una imagen, un mito
personal alrededor del ídolo. Como si sobreimprimiera una creación propia, una
construcción particular, intima, que uno hace del artista sobre el original,
que, por lo general, tiende a estar muy alejado de esa construcción. Finalmente,
uno convierte al sujeto admirado en objeto admirado, le quita humanidad, lo
transforma en un frasco de sus propias necesidades. Por eso, cuando por alguna
circunstancia casual, uno ve al artista envuelto en la miseria de lo mundano,
derrotado por lo absurdo de lo cotidiano, entonces uno siente cierto grado de decepción.
Es mejor verlos desde lejos, allá, arriba del escenario. Me pasó ayer,
justamente. Después del recital en el Konex, me crucé con Zambayonny cuando
salía con su camioneta de un estacionamiento a la vuelta del lugar. Primero,
mordió la bajada de la salida; estacionó y subió las cosas. Su guitarra, alguna
valija; lo acompañaban la mujer y la madre. En un momento, se queda parado y
observa el borde del techo del vehículo. Tenía un abollón.
-¿Y
esto?- pregunta, algo ofuscado.
Uno
de los encargados del estacionamiento se erige de su silla. Era gordo, morocho,
con brazos que no tocaban la cintura. El hombre se acercó y observó la
abolladura.
-No
sé- respondió, con claro acento paraguayo.
-¿Cómo
no sabés? Yo lo dejé abajo y vos lo subiste – insistió Zamba
-No
sé. No lo toco nada, imposible, no hay columnas arriba, no lo toco, no lo toco.
Zamba
nos observó a todos los casuales espectadores del hecho, como buscando
respuestas, como intentado efectuar una queja que fuera más allá del simple incidente
material, como si su malestar fuera con la caprichosa injusticia con la que se
maneja el mundo. Allí, sin su guitarra, sin sus canciones, sin la protección de
su banda y del escenario, era uno más de nosotros, un simple mortal sujeto a
los antojadizos designios del destino. Daba algo de tristeza ver al ídolo tan
desprotegido, tan a la merced del sinsentido de lo cotidiano. Luego de esos escasos,
pero intensos segundos, Zamba dijo Esta bien y se subió a la camioneta para
perderse en la inmensidad de la ciudad. Y yo me quede ahí, intentando entender
por qué el único momento más o menos cercano con él, no es un hecho de jolgorio
o celebración, sino un momento patético, vulgar y hasta diría olvidable. Por eso,
es mejor irse rápido después de los recitales.
viernes, 9 de diciembre de 2016
Un pequeño pedazo de ideología
Pegaron
volantes de una pizzería en la puerta de casa. Con cinta scotch, colocaron tres
a la altura de la cintura y otros tres casi en la parte superior de la reja;
supongo que para cubrir todo el rango de estaturas que podría haber en la casa.
Entro a un negocio y espero a que me atiendan; detrás de mí, ingresa una mujer
muy anciana, que camina apoyada en un bastón. Se mueve, busca, se para junto a
mí. Cuando la chica me va a despachar, la señora se mete. Asegura que yo entré después.
Lo afirma con severidad, me mira a los ojos, con firmeza y decisión, como si yo
fuera una vil alimaña que intenta colársele a una anciana.
-Estaba
él- dice la chica y sonríe.
Podría
empezar a despotricar contra los viejos, como hago habitualmente, pero no,
entiendo a la señora, me pongo en su lugar. Si, al fin y al cabo, pareciera que
yo no existiera. Y tal vez es cierto, tal vez estoy desapareciendo de a poco. No
la culpo a la pobre señora, si siempre fui un poco invisible. Pero basta de
autocompasión. Es hora de salir, dar una vuelta, vivir la vida, con la gente
joven, etc. Un amigo me pasa una latita de Red Bull. La observo. Dice que
contiene cafeína y taurina. Red Bull te da aaaaaalas, pienso y luego se lo
digo. Ese pequeño objeto, una bebida energizante, un pedazo de metal moldeado,
es una ínfima muestra iconográfica de algo más grande.
-Esta
bueno, te levanta y es más rico que el Speed- me dice.
Lo
pruebo y debo admitir que tiene razón. Pero Red Bull es un gigante corporativo.
Es una empresa que está arraigada en miles de países y que instala su marca a través
de una osada campaña publicitaria. Red Bull GmbH ha comprado clubes de futbol
en Austria, Alemania, Estados Unidos, Ghana y Brasil; tiene escuderías de
Formula 1, de Nascar y de Stock Car; posee equipos de Hockey sobre hielo y
estadios colosales en diferentes puntos de Europa. De la mano de sus millones,
ha puesto en duda la identidad de clubes históricos y también ha puesto en
debate cual es verdadero espíritu competitivo del deporte. Pero Red Bull gana y
eso la hace indiscutible. Ahora, tengo en mis manos esa pequeña lata con dos
toros rojos a punto de chocar entre sí; es parte de un enorme conglomerado de
poder económico e influencias. Su contenido o la función específica de la
bebida no resultan importantes, no son más que una excusa; la empresa
representa ideales concretos, relacionados a la eficiencia, el alto
rendimiento, la superación individual y colectiva, la derrota de nuestros
adversarios, débiles por no consumir lo que nosotros, por no ser lo que
nosotros. Esto es algo de lo que representa esta lata. Es un pedazo de ideología
lo que cargo entre mis dedos. Levanto los ojos y veo la ciudad. Es igual que
casi todos los días. Nadie se preocupa por estas cosas. Red Bull es una empresa
austriaca. Malditos austriacos. Vamos a Liverpool, el aniversario de la muerte
de Lennon. Parece una buena forma de homenajearlo. Hay posters, gigantografías,
toda clase de elementos relacionados a The Beatles. Pero no pasan su música. Está
bien, supongo que es una buena decisión. Malditos austriacos.
jueves, 8 de diciembre de 2016
La oscura risa de todos estos meses
“Pareciera
que no aprendo más”. El hombre, tan delgado como siempre, observa el cielo
desde la terraza de su edificio. El sol se esconde en una marea naranja y
violeta. “Todo lo que había construido, desapareció de un plumazo, de un soplo,
como si nunca hubiera existido”. Apenas escucha el ruido de los autos, su
cerebro está enredado en un mar de pensamientos. Se pregunta cuándo va a
aprender, cuando va a dejar de cometer esa clase de errores. Una entrevista,
una sola entrevista alcanzó. Las fuerzas policiales ingresaron al canal y lo
detuvieron; lo mantuvieron demorado en una comisaria durante toda la noche. Lo golpearon
para obligarlo a dejar su activismo en contra del Gobierno; allanaron su casa y
destrozaron todas sus cosas. Le bloquearon su canal en You Tube y le prohíben crear
otro. Dar la cara, ese fue el error. La oscuridad le daba poder, lo hacía
peligroso. Al darse a conocer, se convirtió en un hombre común. Se dejó ganar
por la tentación de las luces de la televisión. Creyó que el Gran Medio era un
juego más, algo de lo que podría salir ileso. No olfateó la trampa, se dejó
obnubilar. Pensó que él los manejaba a ellos, pero siempre fue al revés. Ahora pasa
gran parte de los días en la terraza. Siente un enorme vacío cada vez que ve
las habitaciones vacías, de las cuales tuve que tirar todo lo destruido. Sentado
contra una pared, observa como el cielo se oscurece. Chequea alguna actualización
en el celular. Ya casi no tiene batería. Ve un título que le llama la atención.
El vicio lo puede, aunque ya no lo entusiasma. A nadie parece importarle tanta
ineficiencia. Hasta la oposición más radicalizada lo tildó de “Terrorista”, o
calificó sus acciones de excesivas. Esto va a seguir así, porque todos manejan
y reproducen el mismo sistema de valores y relaciones, se dice el hombre, si para
vencer al Pro, hay que ser como el Pro, estamos fritos, ahora, nunca entendimos
que la soberbia con la que nos manejamos es la que nos llevó a esto, a veces,
el kirchnerismo representa la misma soberbia y el mismo conchetaje que el Pro,
pero recubierto de una cáscara nacional y popular. Esto es un desastre,
concluye el hombre, y va a empeorar. Hace rato que no se ríe; a veces, se
sonríe con resignación ante alguna noticia, pero no más que eso. Vuelve a la
pantalla del celular. La luz empieza a titilar, la batería está en un rojo
furioso. El hombre suspira. Relee el título que le llamó la atención.
Marcos Peña afirma
que el Gobierno no se dedicó a hablar mal de la gestión anterior.
Hay
un video, lo abre. Sí, dice eso. No puede ser, no puede ser. El hombre siente
que algo se le revuelve en las entrañas. No pueden tener tanta impunidad, no
puede ser. Vuelve a mirar el video.
-Ustedes
no le dijeron a la sociedad de la herencia que recibieron, porque era
desastrosa- arranca Majul, con pelota dominada- no se la dijeron, porque yo he
hablado con funcionarios del Gobierno, por dos razones, una porque tenían miedo
de que la inicial ola de optimismo se convirtiera en pesimismo, y la segunda,
porque se suponía que el Mundo no les iba a prestar, pero que no se lo dijeron,
no se lo dijeron, claramente.
-Si
mirás el discurso del primero de marzo, en el informe El estado del Estado,
claramente lo dijimos- Marcos Peña completa la jugada- lo que no hicimos, que
es una costumbre histórica de nuestro país, es dedicarnos a hablar mal del
Gobierno anterior, nos dedicamos a trabajar, y el énfasis está puesto ahí,
claramente.
No
lo puedo creer, se dice el hombre. En estos dos meses, han terminado de matar a
la verdad. La verdad no sirve, no existe. La cuestión es sostener un discurso
más allá de toda demostración concreta. Ni siquiera puede sostener la
coherencia. No, no hablaron mal del Gobierno anterior, sólo presentaron un
informe de 223 páginas especificando todo lo malo que hizo el Gobierno
anterior. Pero si sería eso nomás, lo dejaría pasar. El relato de este Gobierno
se basa absolutamente en criticar lo hecho antes; no hay un solo argumento que
pueda sostener ningún funcionario, adherente, periodista corporativo para
defender las medidas del Pro que no contenga señalamientos a los desmanejos de épocas
anteriores. Es insólito. El hombre se para y se acerca al parapeto de la
terraza. Observa cómo termina de morir la tarde; observa el vuelo coordinado de
las golondrinas. Algo le sube desde el estómago a la garganta. Lanza una
carcajada sonora, demencial, una carcajada que acumula meses de reproches y frustración.
Comprende que no puede pelear consigo mismo, con quien es. Si en treinta y ocho
segundos le dieron tanta magia, las cosas que debe estar perdiéndose. El celular
no tiene carga. No puede parar de reírse. De alguna forma, va a volver. Debe volver.
miércoles, 7 de diciembre de 2016
La culpa es de los espíritus
El
siguiente texto fue escrito de forma no humorística por una persona que
suponemos real; los agregados en paréntesis y cursiva son algunas
consideraciones mías.
Todo
tipo de violencia, son producidas por los espíritus. (bien, comenzamos bien, con un error de concordancia grande como el
Monumental)
La
violencia de género, es un problema que no se puede solucionar ni se va a
solucionar, ya que los que tienen que tratar el problema, no le encuentran la
vuelta ni la van a encontrar, (este
hombre va a hablar del problema de fondo, a pesar de su escasa elocuencia)
porque no creen que existan los espíritus, (¿Qué
carajos? Lo leo con atención) si uno sabe que no existen, ni siquiera lo
tienen en cuenta que pueden ser los causantes de sus problemas. ( Wow, es increíble lo mal redactada que
esta la oración anterior) No se podrá hacer nada, si no se lo hace con el
poder de Dios, (continúe) pero la
mayoría de la gente, no cree que Dios sea real, aun los creyentes, no se animan
a confiar en Él (dos cosititas chiquitas,
ameo, una cosa es plantear si Dios es o no real y otra si debemos confiar en
él. Por caso, yo creo que Prat Gay es real, ahora, eso sí, no confío en él)
Los
espíritus (que no existen según la ciencia) (el
innecesario paréntesis anterior fue puesto por el redactor original) actúan
de muchas formas. Toda debilidad que tenga una persona, es un espíritu, (la kryptonita) la debilidad, es algo
con lo que uno no puede luchar, (es una
buena definición, hay que admitirlo) Por ejemplo, el cigarrillo, la droga,
el alcohol, la violencia, la mentira y muchas otras cosas, (me parecería pertinente que se especifiquen cuáles son esas “muchas
otras cosas”, pero bueno, no importa) lo cual, la gente ni se imagina, que
están actuando dentro de uno. (a ver,
amigo, voy a hacerle una pregunta ¿es la gente o es uno el que no se imagina?) Los
espíritus, actúan como un pensamiento dentro de la persona, (ay, mamá) por ejemplo, el que se droga
piensa, que es uno mismo que necesita drogarse, pero en realidad, es el
espíritu que necesita que la persona consuma, (alarma de pensamiento paranoico) si la persona o el joven (como todos sabemos el joven no es persona)
no lo hace, se produce en la persona (o
en el joven) el síndrome de abstinencia, pero es el espíritu, el que se
siente mal, la persona, no puede discernir que no es él,(bien, entonces, la persona no es la persona, es el espíritu que no es
persona que se hace pasar por persona, sin que la persona no se dé cuenta que
no es persona sino espíritu, y el espíritu sabe que es espíritu y persona al
mismo tiempo. Creo que lo entendí) el que produce todo ese acto de
violencia, ellos no entran, si las personas no les dejan entrar, por eso viene
primero la tentación una ves que se entró en la tentación, entra el espíritu,(chau, listo) entonces, uno se vuelve adicto.
(cerrá la puerta que se te entra el espíritu)
La
violencia de género. (punto) Es
causada por un espíritu, (creo que no
correspondía un punto antes) que no es exclusivo del hombre, también puede
entrar en la mujer. (inserte chiste guarro
aquí) Ellos entran en las personas, por algún trauma de niño, por pactos de
los padres creyendo que lo hacían para Dios, (este motivo requiere un análisis pormenorizado, ¿Qué clase de pactos
de los padres?¿no se daban cuenta que era algo malo?¿creían que sacrificar una
gallina a la medianoche de un martes 13 era algo positivo para el niño?) por
una experiencia personal negativa, por enojos momentáneos, (es bastante laxa la burocracia espiritual) son los momentos que
son aprovechados por los espíritus para entrar en las personas, entran por la
boca, pero también pueden entrar por el cuerpo, (más allá del chiste obvio, la boca es parte del cuerpo, hasta donde yo
sé) pueden atravesar cualquier material, (sí, son espíritus, son inmateriales, dios, no me haga enojar) son
como el aire, pero no son aire, (sé que
esto puede resultar un poco quisquilloso, pero al decir que “son como el aire” está
realizando una analogía, por lo cual está implícito que “no son aire”. Al
realizar la aclaración, la oración se vuelve redundante) son reales, solo
que no podemos verlos, (otra vez, ya dijo
que atraviesan cualquier material, son como el aire y ahora que no podemos
verlos, ¿POR QUÉ NO DICE, SENCILLAMENTE, QUE SON INMATERIALES?) muchos son
muy peligrosos, por eso hay tanta violencia. (significa que hay espíritus buenos, supongo) La violencia de
género sucede, porque las personas que tienen ese espíritu, en el momento de
enojo, toman control de ellas, haciendo que reaccionen violentamente, en ese
momento, la persona pierde el control de sus actos, uno puede convertirse en un
instante, en el asesino de su mujer, su novia, una madre puede matar su hijo,
como paso muchas veces. (no puedo dejar
de imaginarme a alguien frente a un tribunal diciendo que fue poseído por un espíritu
inmaterial, imposible de diferenciar de sus supuestos básicos instintos)
La
gente no sabe de esto,(somos ciegos ante
la verdad) porque no hay quien le diga lo que está pasando en su vida, a
los espíritus no les interesa las marchas, (obviamente)
no les preocupa las marchas, (imagino un
bar de espíritus donde se juntan a escabiar y charlar sobre lo poco que les
preocupan las marchas) por eso, no disminuye la violencia contra la mujer,
lo mismo la droga, la inseguridad, la corrupción, por que es un problema de
espíritus, (entonces debemos entregarnos
al descontrol, imagino) solo con Dios se puede vencerlos, (ah, no) no digo las religiones, que no
pueden hacer nada, (lo sabía) todo,
es a base de esfuerzo humano, lo de Dios, es poder con su espíritu, lo que pasa
en el mundo, está a la vista de todos. (es
irritante la pésima redacción, ni siquiera sé que chiste hacer) Se puede
solucionar los problemas en el país, pero no de esta manera, ya que los
políticos solo piensan en las elecciones del 2017, (bueno, no imagino a un bloque de diputados presentando un proyecto de
ley para combatir a LOS ESPIRITUS INMATERIALES Y MALIGNOS QUE PROVOCAN LA
VIOLENCIA DE GENERO) esto se soluciona, solo con el poder de Dios. (Si Dios atiende, eso sí, aunque esto de
Dios y los espíritus del mal que generan corrupción entre los hombres me hace
acordar a una película, una de Carpenter y anteojos negros)
Rafa,
no quería burlarme de vos, pero no sirve de nada ser bueno en este mundo
hostil. Si quieren leer otras reflexiones de nuestro amigo Rafael Bareiro, aquí
su página de Face:
martes, 6 de diciembre de 2016
Cangrejos
Manuel
salió del departamento en el único minuto que no llovía. Las nubes se
apoderaban del cielo con total parsimonia. No eran muchas cuadras y, con el
paraguas azul en la mano, imaginó que sería un recorrido tranquilo. Recordó una
idea que tuvo en esos días para un programa de televisión; era para una serie
de cámaras ocultas, tipo Disaster Date o esa clase de porquerías de MTV. Pero
el concepto era un poco retorcido. La reflexión era la siguiente: si para
realizar una humorada era necesario construir un contexto que la contuviera,
entonces, para que la broma sea imposible de vislumbrar y absolutamente
efectiva, había que estirar esa atmosfera, ese entre, como se dice
habitualmente, hasta límites insospechados. Por caso, establecer una relación,
casarse, tener hijos, adquirir un crédito hipotecario, sostener un matrimonio
por veinte años, todo para, en el momento oportuno, jugar una estúpida broma y
confesar que todo no era más que un engaño, un elaborado truco para rellenar un
espacio televisivo. Se llamaría “Lo planeé durante años”. El principal escollo
sería el presupuesto, dado que los productores televisivos verían como un gasto
excesivo y a largo plazo la realización del programa. En todas estas cosas
pensaba, cuando una lluvia helada y furibunda le comenzó a caer encima. Abrió
el paraguas y se dispuso a continuar con sus cavilaciones, pero el viento se lo
impedía. La tela azul volaba, como si quisiera huir pertinazmente del esqueleto
de plástico. Debía reacomodar los pitutos marrones en las costillas del
paraguas para poder seguir usándolo, pero se empapaba cada vez que lo hacía,
aun cuando buscara un techo, dada la inusitada violencia del temporal. Fue a
buscar a Magaly a la parada y la encontró hecha sopa; los dos apenas se podían
refugiar debajo del paraguas.
-Me
quedé conversando con una chica en la parada.
Manuel
a veces se dispersaba cuando ella hablaba; sentía que debía realizar un gran
esfuerzo para seguirla. En muchas oportunidades, sucumbía a sus fantasías.
-Entonces,
me comentó que tenía un amor mal sano por el padre- relató Magaly.
-¿Quién?
¿la chica de la parada?
-No,
no, ¿Cómo me va a contar eso la chica de la parada?
-Qué
se yo, la gente se siente tan sola…
-No,
bola, la gordilla que estaba el otro día en el asado.
-Ah,
claro.
-Que
está repartible, te digo.
Manuel
nunca sabía que responder a esos comentarios, así que se limitó a sonreír.
Caminaron en silencio unos metros. Ya casi estaban llegando a la editorial.
Magaly le había conseguido una reunión con una gente que estaba dispuesta a
publicarle su novela; ella iría como su representante y lo ayudaría a hablar.
-¿Te
acordás el numero?
-235
-Acá
es, igual tiene un cartel.
-Sí,
tiene un cartel.
-Pero
dijiste que era una casa.
-Sí,
una casa con un cartel.
Los
recibió un hombre de mediana edad, calvo, que se presentó como Nicolás y los
invitó a pasar. El garaje era una pequeña cascada, dada la bajada del agua.
-Ese
no es nuestro problema- comentó el hombre.
Ingresaron
a una oficina bastante amplia, con una tenue luz ámbar y papeles por todas
partes. Se sentaron los tres y hubo un silencio algo incómodo.
-Que
buena película- dijo Nicolás, señalando la remera de Manuel.
Él
se quedó callado, porque no sabía que responder cuando le decían eso. En todo
caso, comenzaron a charlar sobre la novela en cuestión. Primero, encarando la
parte operativa, de costos, modos de trabajo.
-Las
cuestiones de corrección están a cargo de mi socio, Sergio, que ahora no está,
pero es él el que lee todo a fondo.
Después
le preguntó a Manuel de que iba la novela. Lo pensó durante unos segundos.
-Hay
dos personajes, Alejandro y Fermín, que tienen una conexión, aunque durante la
trama no se sabe cuál es, son amigos, pero nunca están juntos en la narración. Es
difícil de contar, porque son dos historias paralelas que no parecen tener
relación entre sí, pero finalmente se conectan. Alejandro es un personaje
joven, melancólico, que siempre está fantaseando, un poco triste, un poco en su
mundo. Bueno, él se enamora de una chica nueva en el barrio, Verónica, que
medio lo histeriquea, medio no, y Alejandro se enrosca en un montón de
cavilaciones y eso. Fermín, por otra parte, es un personaje que…
-Bueno,
ahí llega Sergio justo.
Un
hombre delgado y un poco encorvado ingresó a la oficina. Los saludó con
cordialidad y se sentó.
-Me
estaba contando la trama de su novela- dijo Nicolás.
-No,
pero deja, no es necesario- respondió Sergio- después la voy a ir leyendo y ya
la charlaremos.
-Bueno,
bueno.
-Bien,
entonces, ¿están adentro?
Manuel
la miró a Magaly, que asentía con la cabeza.
-Ella
es mi representante- comentó- sí, sí, estamos adentro.
Se
dieron las manos y volvieron a la calle. Caminaron rumbo a 7, rodeados de
silencio. La lluvia había cesado; ahora, una brisa fresca los envolvía.
-Para
mí son pareja- dijo Manuel.
-¿Por
qué siempre estas llevando todo a lo sexual?
-Vos
me hiciste así, vos me hiciste ver eso.
Largaron
una carcajada, mientras esquivaban algunos charcos.
-¿Sabés?-
Manuel la miró de costado- tengo ganas de volver a Cine.
-Ah,
bien, bien, la querés poner, me parece.
-¿Ves?
Es lo que acabo de decirte, vos llevás todo para ahí.
Volvieron
a reírse. Manuel no sabía si estar contento o no, con la decisión de editar la
novela. Por un lado, le parecía un gran paso, y era natural estar entusiasmado.
Pero por otro, sentía un enorme vacío en el pecho, como si nada pudiera
satisfacerlo. Además, no era sólo el inicio de algo importante, también era
abrir la puerta a un mundo de miedos, inseguridades y exposiciones que lo ponía
muy nervioso. Magaly lo sacó de su cabeza.
-¿Qué
pensás?
-En
que cuando alguien ve a una persona pobre en bicicleta piensa Albañil, Hippie,
Ecologista, Deportista, en cambio, cuando ve a una persona pobre en moto piensa
Delincuente, Drogadicto, Peronista. ¿Entendes lo que digo? Es un pecado que el
pobre ascienda materialmente.
lunes, 5 de diciembre de 2016
Una forma elegante de decir moda.
¿Cómo
puede ser que el Barsa se esté ubicando, lentamente, entre las cosas
decepcionantes de mi vida? ¿Cómo puede ser que algo que, antes, representaba un
momento de sosiego y tranquilidad frente a la hostilidad del mundo, ahora sea
un escenario más de catástrofe? ¿Cómo puede ser que aquello que antes nos
otorgaba un respiro de placer y belleza ahora se convierta en territorio del
sufrimiento y los complejos? ¿Cómo puede ser que, uno a cero arriba y con todo
controlado, estemos pidiendo la hora, reclamando pelotazos a la tribuna o
anhelando la construcción de una muralla de concreto en la línea del arco de
Ter Stegen? ¿Cómo puede ser que se haya perdido completamente todo estilo o
recato o que, en el mejor de los casos, el estilo este en duda? ¿Cómo puede ser
que Messi no desequilibre y sufra también el naufragio? ¿Cómo puede ser que el
propio Guardiola sufra el desarraigo? Tal vez fue sólo un momento, un instante
de entrecruzamientos únicos, imposibles, irrepetibles, lo que nos permitieron
ser testigos de uno de los mejores equipos de la historia. Quién sabe. Los fanáticos
del Aleti o de Mou, de parabienes. No importa. Sostengo lo mismo de siempre: no
se puede vivir sin poesía. Nuestro torneo, el interno, sigue doliendo. Hoy casi
no hubo comentarios, supongo que por la vergüenza. Uno de los rivales, según
dicen, juega en Comunidad Rural, un equipo de la liga platense. Hay una queja
pequeña; no se deberían permitir jugadores federados. Tal vez la próxima debamos
hacer la gran Burns y contratar jugadores profesionales. Más allá de eso, el
viernes encontré un pintor en plena calle; en realidad, vi cómo se le caía al
chico, que venía en moto con la madre. No pude dárselo en ese momento, pero
sabía quién era y donde vivía. Hoy se lo alcancé a la casa; me dijo que menos
mal se lo llevé porque era el único que tenía. Cambiando de tema, no hay que
dejarse llevar por la vanguardia y eso. Mire, decir vanguardia es una forma académica
y elegante de decir moda; y la cosa con la moda es así. La moda es algo que da
vueltas a la manzana; correr detrás de ella es inútil y desgastante, dado que
siempre se está moviendo. No, lo que hay que hacer es pararse en una esquina y
esperar a que la moda pase por allí. En algún momento va a pasar, aunque
tampoco hay que confiarse. Por ahí, cuando la moda está veinte metros de
nuestra esquina, un taxista totalmente pasado se sube a la vereda y nos
aplasta. Y la moda llegará cuando no estemos para exprimirla.
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