miércoles, 17 de agosto de 2016

Dos

Escombros. No queda más que eso. Escombros; este blog lo son. Ya casi nada queda de esto. Soy otro. El personaje recibe la brisa fresca en la cara, el sol brilla como si no quisiera. Hoy no está tan mal, no parece un día tan terrible; por lo menos no lo parece. No es un gran día, no confundir, pero no estar al borde del llanto o de un ataque de pánico, resulta estimulante. Recuerdo que Eya me decía que, sin mí, no iba a poder hacer nada, que en todo iba a estar yo. No puedo escuchar Los Redondos, no puedo simplemente; tampoco mirar Los Simpson. Eya se los robó. Tal vez la película necesita otro color, una tonalidad sepia, un aire vintage, si quiere ser isatera; tengo unos cassete en algún cajón, espero que sirvan. Mueve los restos de ladrillos, los pedazos naranjas le devuelven rostros desfigurados, caras partidas; no se reconoce. El aire se corta. Volver con Eya, ¿por qué no? Porque no lo haría porque la quiere, sino porque a veces es desesperante estar solo y extraviado. Los escombros no encajan entre sí. ¿Te pasa algo, Ale?, pregunta alguien en el trabajo, Te noto pensativo. El personaje despierta, hora nueve de la mañana, ¿Dónde estoy? No, nada, respondo. El Culón le pregunta al Flaco ¿Dónde compraste estas galletitas? En la ferretería, le responde el Flaco. Escucho una voz, a lo lejos, no puede ser si no está, me digo. Todavía no llegó y ya está hablando, comenta el Rojo sobre la Pibita. El Culón insiste y me pregunta a mí. Las galletitas, ¿son cero grasas trans? Tengo el paquete al lado y le respondo. Cero grasas trans, digo. Solo tiene grasas heteronormativas, pienso, pero me ahorro el chiste, sospechando que nadie lo va a entender. El personaje paga algún servicio, su mirada perdida, su trabajo lo hace en automático. Así le erra muchas veces. Necesita una canción, alguna de los sesenta, francesa tal vez, ¿cómo se llamaba esa? Llega a su casa, la mano en el bolsillo. Le dieron una moneda falsa. Tan falsa que está oxidada. La gata observa hacia el techo. Miro y no hay nada. La gata sufre alucinaciones, pienso. Hoy toca fulbito; lo único que no estoy haciendo mal, en lo que no me va mal. El personaje se sonríe, tal vez sea el último gusto ese, el de materializar esas jugadas imposibles antes de partir. Quien sabe, tal vez no espera ya ninguna otra forma de felicidad. Tal vez…quien sabe. Otra amenaza a Macri; cualquier desvariado que quiere ajusticiar al Presidente es noticia. Bullrich, la Pato, dice que hay que cuidarse de los loquitos y citó el caso de Lennon. Ahora dicen que Mark Chapman es kirchnerista. El mundo es demasiado hostil.


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