sábado, 27 de agosto de 2016

Apuntes sobre la destrucción de un Microcosmos: Doce.

El periodista mira a la cámara. Es un hombre calvo, más de sesenta años, con las arrugas en el rostro apenas disimuladas por el maquillaje; cargan sobre él años y años de redacción, de radio, de televisión, de gastar suela y saliva, de crear lazos y contactos con el poder político y económico, de gestar un prestigio sólido y una credibilidad indiscutible entre los consumidores de noticias. Ahora, con un papel en la mano derecha, de pie, el gesto enjuto, preocupado, mira a la cámara. En verdad está alarmado por la violencia que se genera en las redes sociales contra las instituciones republicanas; un espiral de agresiones que se vuelca, cada vez más, a las calles. Sobre todo, hay un personaje particular que parece incitarla y lo perturba sobremanera. El periodista mira a la cámara. Se hace un silencio dramático; después, comienza a hablar.
-Buenas noches. Hoy quería invitarlo a pensar sobre algunos hechos aberrantes que se están produciendo en nuestra sociedad. Hechos que por momentos pasan desapercibidos en medio del vértigo informativo. Pero es deber de todos los que nos consideramos profundamente democráticos, que cargamos con nosotros un respeto fundamental por la Republica y las instituciones, que sentimos a la libertad como un derecho inalienable, es deber, les decía, señalar y repudiar esos hechos. Me refiero, claro está, a las agresiones, amenazas, extorsiones y llamados a la sedición, que día tras día, de diferentes formas y con distinto grado de virulencia, se lanzan desde la oposición. Hay dos cosas que hay que aclarar para comprender esta situación. Primero, la estrategia zen del gobierno actual, que pretende, bajo cualquier costo, evitar acciones que alienten el accionar de estos grupos, como podría ser aplicar el protocolo de seguridad o castigar con condenas implacables a quienes propicien o lleven a cabo estos ataques y amenazas. Usted dirá que esto es lo correcto, que el Estado no debiera entrar en esta confrontación, que debiera dejar pasar a estos extremistas de baja calaña. Esto, que es un pensamiento extendido entre mucha gente de buena fe, es una de las trágicas marcas que nos dejó la década pasada. La falta de respeto por la investidura, por el que piensa distinto, por todo aquello que no satisface las necesidades megalómanas de la Líder. Y es a partir de esta visión retorcida de la vida política, vista como un territorio de guerra, un campo de batalla, que aparece el otro factor que les mencionaba. El odio, la desesperación, la ceguera, el fanatismo de ese minúsculo pero exacerbado sector político, que busca llevar al país a esa situación extrema de violencia, de desorden, al desbande. Y no van a detenerse ante nada, porque saben que no tienen otra manera de actuar, porque el desastre de corrupción, miseria y marginalidad en el que dejaron a la Argentina, les ha hecho perder toda legitimidad ante la gente. Es por eso que recurren a los escraches, al insulto, a las amenazas, a las agresiones mediante pedradas. Porque no tienen argumentos políticos, porque están en retirada, acosados por la Justicia y, repito, sin ninguna legitimidad popular. Ya les he hablado en otras oportunidades de grupos de Facebook como Resistiendo con Aguante o hemos analizado al detalle las declaraciones en clave golpista de la señora de Bonafini. Hoy quiero que analicemos a un personaje que ha irrumpido desde las redes sociales, desde You Tube más precisamente. Un youtuber, como se dice en la jerga de los jóvenes. Usted sabe que esto de los youtubers es todo un fenómeno entre los adolescentes, donde jóvenes emprendedores y creativos comparten material audiovisual de diferente índole a través de la mencionada página. Bueno, este personaje, que se hace llamar el Joker, apareció como otro de miles de chicos que suben videos. Claro, ocurre que el contenido de estos videos comenzó a popularizarse de una forma inédita. Tuvo una explosión de visualizaciones. Cabe aclarar, que muchos que observan estos videos lo hacen con una enorme repugnancia. Mire, observemos un pequeño fragmento para que usted entienda a que me refiero.
El periodista da lugar a un tape. En el vemos a un hombre, tal vez de treinta años, tal vez más, tal vez menos. Está de espalda, mirando televisión. La habitación está a oscuras, iluminada sólo por la luz de la pantalla. En el plano, se ve su pelo de un verde loro, su mejilla blanca y el hombro de un saco violeta. En la tele, está La Cornisa, con Majul entrevistando a Patricia Bullrich; el periodista pregunta, serio, ¿Hay alguien que quiere ver muerto al Presidente? El Joker lanza una carcajada demencial, tenebrosa, surgida de lo más hondo del pecho. Se tapa la cara con sus guantes violetas; ríe al menos treinta segundos. Se da vuelta y mira a la cámara. Es un hombre delgado; se ven sus ojos inyectados en sangre, su piel vestida con maquillaje blanco, sus labios toscamente pintados de rojo. Pero sobre todo se ve su sonrisa enorme y perversa, cargada de dientes amarillos, encías enormes y sangrantes, una sonrisa que parece haber perdido toda orbita. Luego habla con una voz aguda y musical. Creo que Luisito debería ser más específico, dice, entre risas, no creo que haya alguien que no lo quiera ver muerto. Lanza otra sonora carcajada. Hasta su padre, agrega y vuelve a estallar. El plano congela con la imagen del Joker sonriendo a cámara. El periodista se muestra serio, deja unos segundos de silencio. Entiende que son necesarios para que el espectador digiera lo visto.
-De esto les hablo. Y es apenas una muestra. Este personaje se extiende en esta clase de epítetos, amenazas, llamados a la insurrección y hasta detalladas torturas que le aplicaría al Presidente o a miembros de su familia en caso de tener la oportunidad. Hablan de miedo. No existe palabra más antidemocrática que miedo. Ante esto, el gobierno no puede quedarse de brazos cruzados. Porque no crea usted que es sólo un maniático, de esos que tanto pululan por internet. No. Es un hombre que está teniendo cada vez más ascendencia sobre sectores radicalizados, a los que este personaje enfermo, porque no hay otra palabra para definirlo, este personaje perverso y retorcido les da argumentos a esos grupos violentos, les hace creer que aquello que hacen es lo correcto, es lo necesario. Por eso urge que el gobierno intervenga, que detenga a este y a otros personajes de esa clase, es prioritario para la seguridad nacional que se controle el contenido subido a las redes sociales y que se prohíba a todo aquel que pueda enmarcarse dentro de delitos como sedición, desacato o traición a la patria. Pero no depende solamente de los funcionarios alcanzar el orden y la paz social. Depende de nosotros, de la gente, de ustedes. Y no únicamente no mirando ni compartiendo estos videos, sino también censurando y poniendo en su lugar a quienes expresen o reproduzcan esas opiniones. De todos depende que en la Argentina se termine la violencia y la intolerancia. Bien, hoy tenemos un programa muy intenso, donde vamos a hablar con la Ministra de Seguridad para saber cuál es la postura oficial sobre esto; también con expertos en ciberdelitos que nos intentaran desasnar sobre los riesgos que corremos tanto los gobernantes como los ciudadanos de a pie ante este tipo de terroristas virtuales. Y estarán también algunos especialistas en psiquiatría y psicopatía para que tratemos de entender la peligrosidad de las motivaciones que manejan estos oscuros personajes.

El periodista se calla. Observa a la cámara con un gesto adusto. En silencio, se va fundiendo su imagen con la del nombre del programa. Ahora, frente a los faroles apagados, se siente un poco más relajado, tranquilo. Entiende que ha hecho un enorme aporte para concientizar a la población sobre el riesgo en que se encuentra la Republica; además, confía con colaborar en la destrucción de ese oscuro personaje de internet. Lo pone particularmente nervioso el Joker. Esa sonrisa sardónica, esa mirada desorbitada. Lo hacen acordar a algo que hizo hace muchos años. Algo terrible.

1 comentario:

  1. Che, quien es el periodista?? jajaj y quiero ver al Joker, genio

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