domingo, 28 de agosto de 2016

Apuntes sobre la destrucción de un Microcosmos: Trece.

Lo abraza. El personaje no tiene problemas; no le molesta. El cine es un viejo ritual. Jonah Hill sigue haciendo de veinteañero. Deberías ir a un psicólogo, le dice alguien. No ve la utilidad. Es un espacio para hablar y abrirte. Con ese criterio, podría ir a la iglesia, a una reunión de Alcohólicos Anónimos, a un encuentro de solos y solas, a tomar ayahuasca. Podría escribir en un blog. O ir a constelar. Al fin y al cabo, todo deviene de la armonía con el Universo y con nosotros mismos, que somos parte de eso, o algo así. Según dicen, estamos unidos como una madeja de lana. Hay una energía cósmica que nos atraviesa. No sé. Acércate a nosotros, dicen, que vamos a hacer unas lecturas de los Registros Akashicos. ¿Qué? Es como una cinta energética de información, donde se acumula un saber cósmico que te ayudará a resolver todos tus pesares. ¿Y los pesares son espirituales nomás o pueden ser pesares más concretos? Es como un GPS, te indica los caminos, pero tú debes elegir. No sirve para mucho, yo necesito alguien que me diga lo que tengo que hacer, como debo actuar. Creo que deberías acercarte a una de las reuniones, este sábado, por ejemplo, vamos a charlar sobre cómo encontrar a nuestro niño interior. ¿Qué? Sí, como encontrarnos con eso que representa lo más puro dentro nuestro. No lo necesito, yo sigo viendo Bugs Bunny, por el contrario, necesito madurar, ser un adulto. También realizamos charlas sobre eso, sobre cuál es nuestro propósito en la vida. Otra vez lo mismo, ¿es algo concreto o sigue siendo parte de este pastiche New Age orientalista que me queres encajar? Deberías ser más abierto a estas ideas, en Oriente, la concepción del Universo está más conectada con la naturaleza y escapa del materialismo propio de Occidente. Sí, pero hay lugares muy pobres y violentos, sometidos con estas ideas religiosas. Eso es parte de la visión retorcida que nos venden los medios, la gente es muy feliz allí, vive de un modo más sencillo. Imagino que sí, pero no me convence ninguna clase de superstición, secta, grupo de autoayuda o lo que sea que vendas. Deberías estar más perceptivo, menos rígido, voy a regalarte unas palabras “Cuanto más pensas, más te debilitás, pensamos hasta el punto de torturarnos, es necesario vivir el ahora, el presente, es allí donde radica la felicidad”. Si me permitís, también te voy a regalar unas palabras “Cuando viene la ola, nadie sabe nadar, la angustia, la desesperación, la soledad, nos pega a todos por igual y ni Buda, ni Jesus, ni HaShém, ni Alá, ni Shiva, ni ningún gurú de la autosuperación, ni nadie que te imagines, nos va a rescatar de la tristeza ni de la muerte, todos estamos igual de solos ante los problemas, así que deja de lucrar con la angustia de la gente, vendiendo soluciones mágicas”. Namaste. Pícatela. El personaje ve caer la lluvia; las gotas se precipitan en cámara lenta. Tal vez la resolución de la película sea una epifanía tan inesperada como remanida. Por ejemplo, él no era él, en realidad, él era él mismo.

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