Siempre se comentaba que cada persona tenía un animal en la cabeza, al cual alimentaba con ideas. Se lo repetía una y otra vez, todos los días a toda hora. Lo hacía por que era la mejor idea que había tenido en años. "Animales en la cabeza es extraño" se decía, una y otra vez. Desde hacia varios meses que alimentaba al animal de su cerebro con ideas paranoicas. "Debe ser la vecina y sus embrujos" se decía, mientras un miedo irracional le recorría la espalda y se escondía en el fondo de su cabellera. "Sí, esa vecina debe ser, su mirada es extraña".
Unos años atrás se había mudado a la casa en la que vivía actualmente; era una pequeña casillita prefabricada, cuyo humilde mobiliario consistía en una cama, un braserito y una mesa con un mantel de hule, quizás el artículo más lujoso que poseía. Su sueldo de ayudante de carpintero no le alcanzaba para alquilar más que eso.
(continuara...)
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