lunes, 6 de junio de 2022

Cosas que pasaron hoy #29

 

Hoy hubo niebla. Creo que ya hablé de la niebla. La Plata es una ciudad húmeda y hay niebla cada quince días. La de hoy fue densa. La gente parecía sombras moviéndose por una marea blanca. La niebla es llamativa. La quietud que trae simula a nuestro alrededor una especie de soledad. Nos parece que la ciudad está deshabitada. Nos sumergimos en un territorio de ensueño donde los sonidos, las luces y las siluetas empiezan a ser lo único que tenemos para guiarnos. Ahí, como un sol obturado, el farol de la calle. Allá, el rugido de un auto o una frenada. Las baldosas flojas delatan a alguien que se acerca. Un hombre se corporiza, como si fuera vomitado por la niebla. Uno va sintiendo la humedad en la cara. El pelo se moja levemente y comienza a retorcerse. Sentís que una gota se estanca en el parietal. Es un lago imperceptible en la frente. Un movimiento brusco hace que caiga sobre el ojo. Te lo secás y observás una fina capa de puntos blancos que se mueve en el aire. El viento sacude apenas la cortina de humedad que no alcanza a ser una lluvia, pero moja. La ropa se convierte en una tela pastosa y fría, ya no protege de la baja temperatura, ha sucumbida ante el abrazo silencioso de la humedad. Las cosas se van empapando lentamente, el papel se ablanda y pierde sensibilidad. El óxido anida en todas las puertas y picaportes que reciben el beso húmedo de la niebla. Los huesos duelen, crujen, se vuelven una bisagra rechinante y vencida. Las paredes se descascarán, se desmigajan, caen pedazos de la piel de látex dejando ver capas y capas de vestidos anteriores que lucieron. Todo se va muriendo de a poco, perece ante el avance cansino e imparable de la niebla.  No se puede vivir así. Lo que mata es la humedad.

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