El
personaje anda en bicicleta. Está bañado en babas del diablo; no sabe de dónde
salen tantas. Hay por todas partes. Recuerda cosas sueltas. Sabe, por caso, que
siempre tiene razón, pero nadie lo escucha. Hoy lo confirmó por dos. De un lado
y del otro del mostrador; no importa, no le dan bola. Hay dos caminos en la
vida: podés ser como el Rojo o podés ser como el Viejo. Distancia irónica,
diría Zizek. Le está enseñando a pensar a la gata, para que aprenda a razonar. No
es tan difícil; es más difícil con las personas. Eya estaría orgullosa si supiera
lo que avanzaron. “Pasa que estos se comen el verso de que son jefes”, le dice
el Flaco. La gata es más dócil para intentar razonar…soy el obstáculo a salvar, la excusa que suelen usar, para ocultar sus
decepciones…El personaje se entera de las jornadas de poesía que están dando
en su escuela, a la que asistió, la Media 12 de Gonnet; por un lado, se pone
contento, hay gente piola encabezando la movida y los pibes se engancharon. Pero
se siente raro verlo desde afuera. Vienen los poetas a enseñarnos poesía, que
estos pibes de barrio tengan contacto con la poesía y él (¿se podrá llamar a si
mismo escritor? Lo va a hacer, aunque suene un poco arrogante) él, decía, que
debe ser uno de los pocos (¿el único, tal vez?) escritor surgido de esa
escuela, lo mira de afuera. Se pregunta que habrá hecho para no estar ahí y
decirle a los pibes, todos podemos escribir…soy
lo que intentan esconder, el espejo en que no quieren ver, todas sus
frustraciones…Cuando vuelve en micro del centro, escucha a una madre hablar
con su hijo; al parecer, el pibe se llevó dos materias. Química y matemática,
cuando no. La madre le explicaba que el gabinete pedagógico estaba citando a
todos los pibes que se han llevado más de una materia. La madre le decía que
querían saber si le pasaba algo, por qué había ocurrido eso, etc; le
recomendaba al chico ser sincero y abierto, porque allí lo iban a ayudar. Me cuesta
imaginar un consejo peor. De sólo pensar la situación, la oficina, la cara del
funcionario encargado de la entrevista, se me frunce la boca del estómago. Para
colmo, me di vuelta y lo vi al nene. Un gordillo con una cara de bueno, que
mire, no se entiende por qué lo quieren carnear de esa forma. ¿Desde cuándo es
un grave delito llevarse química y matemática? No entiendo la verdad. Encima,
cuando madre e hijo bajan, escucha a una chica hablar sobre el passé compossé,
ay…y mi alegato parece algo extraño, nos
hace daño quien nos quiere, y no quien quiere hacernos daño…Esto se parece
bastante a un final, piensa el personaje, mientras desde el bote otea la orilla
desconocida. El futuro tiene algunas expectativas, algunos proyectos. Se verá. La
cercanía la tiene clara. Una sobredosis de Silvina.
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