miércoles, 5 de octubre de 2016

Apuntes sobre la destrucción de un Microcosmos: Cuarenta y nueve.

Te imagino así. Rodeada de amigas, de amigos, de novios. Siempre alegre, cordial, predispuesta. Todos te aman, te quieren. Caes bien. Te ven como a una persona normal, común. Una más, una de ellos. Alguien dijo que eras seria, sencilla, que te arreglabas sola, que te sabías manejar. “Es responsable” dijeron. Pero había algo que no funcionaba, algo que estaba siempre ahí, latente. Una mirada oscura, un asco. Parecías una más pero no lo eras. No lo sos. Una sensación se iba apoderando de tu cabeza, como una grieta, como una rajadura. Como levantarse una mañana y sentir que algo cambió aunque nada haya cambiado. Algo no funcionaba alrededor tuyo. Ya no eras normal. Nunca lo fuiste. ¿Fueron las drogas? No, en todo caso las drogas despertaron algo que respiraba dentro tuyo, algo que se incubaba. Algo vivo. Todos parecen muertos alrededor. Todos aceptan lo que les ocurre. Hay que aprender a aceptar. El Universo nos vomitó. La tragedia se lava de la piel de los demás. No de la tuya. A vos se te impregna, se te pega, no te la podes sacar de encima. Te envuelve, te atraviesa. Y esa tiniebla crece, se nutre, muta, se convierte en una certeza. Esta siempre ahí, dispuesta a saltar, a morder. ¿Por qué las cosas funcionan así?¿por qué las personas son así? Las palabras frívolas brotan a tu alrededor. Queres huir, desaparecer, no ver a nadie. Una pecera aislada, que te proteja, que convierta al afuera en algo lejano. Pero el afuera esta siempre cerca, dispuesto a saltar, a morder, a lastimar.
Para mí, siempre fue más difícil. Nunca fui normal. En el jardín, hablaba conmigo mismo. Lo sigo haciendo. La gente escapaba de mí; aun lo hace. Nunca estuve rodeado de amigos, de amigas, de novias. No me amaban, no me querían. No caía bien. Me decían que tenía que ser una persona normal. Me convencieron de serlo. De adaptarme, de ser parte. Duró poco. La máscara se me cayó casi enseguida. No era normal. Había algo que me molestaba, algo que me desconcertaba. Fue más difícil, sí, pero a la vez fue más fácil. En un momento lo acepté, lo abracé, lo articulé. Puedo decir que es ese algo que está mal. Ese algo que vos no podes descifrar. Ese algo que puede hacerte explotar los ojos si escuchas a alguien decir que tiene que descongelar un pollo. Ese algo que te abraza el pecho y te corta la respiración. Que te pone nerviosa, ansiosa. Que te desespera. El ser humano no tiene sentido, la vida se nos escurre. Somos patéticos y efímeros. Nos aferramos a la nada. No podes ser parte de la sociedad. No podes aceptar esas reglas. Ninguna regla. Ni siquiera las de cortesía. Te angustia la idea de una clase, de un cumulo de gente. Sos libre, en tu cabeza lo sos. No estás atada a nada. No podes amoldarte, por más que quieras. Te recomiendo que ni siquiera lo intentes.
Sin embargo, seguís siendo responsable. Yo también. Siempre lo fuimos. Convive en nosotros esa contradicción. Sabemos poner los pies en la tierra, vivir en la realidad concreta. Al menos lo suficiente para sobrevivir. Hay lugares para varias facetas en nuestras cabezas. Podemos caer bien, adaptarnos. Pero nunca la fusión será total. Huiremos antes. Nos gusta desaparecer. Que la gente se canse de buscarnos. La soledad hiere, pero más hieren las personas. A veces soy monstruo, un monstruo horrido. Te he tratado mal, incluso. Soy un como un gato herido, ataco para defenderme. Vos te escondes cuando estas herida.
No queres ver a nadie. La gente te agobia. Siempre estas pensando en escapar. No necesitas decírmelo. Lo veo en tus ojos, que son como los míos. Cambiar de aires, conocer otros lugares, otra gente. Volver a nacer, como si tu pasado no existiera. Queres perder a la gente, a todos los que conoces. Pero no vas a poder. No hay forma de escapar. Sábelo. Y eso no significa no hacer cosas. Hace todo lo que quieras. Pero ese algo te seguirá adonde vayas. Tu esqueleto no puede salir corriendo, tu mente no puede dejar de pensar, tu carne no va a estallar. Tu piel se corta, se hiere, se amorata. Sola. Estas al límite. Tu máscara está a punto de fracturarse. No hay salida. No hay un paraíso perdido. Todo es igual; fuimos escupidos por la misma máquina trituradora. En todos lados es igual; el ser humano es siempre el mismo animal ventajero, frío, insensible, angustiante. No busques el cielo en un baño público.

Cuando pienso en la nuca de las personas, comprendo su fragilidad. Como si todo lo que fueran terminara en el corte abrupto de su cráneo. La muerte anida en las nucas. Es un poco tonto escribirlo pero es angustiante cuando lo pienso. Las personas, personas con vida e historia, se convierten en fantasmas cenicientos. Imagino que vos debes sufrir algún trauma parecido. Alguna imagen, alguna frase inocente, que de repente despierta a la Hydra dormida. Un torrente de dientes que no podemos detener. La futilidad muestra su peor rostro. Por eso a veces te odio, pero en general te quiero. Estás enfrente de mí. Me tapó los ojos. No quiero hablarte, no quiero escucharte. Me das asco. Sos demasiado parecida a mí.

1 comentario:

  1. Se que no esta inspirado en mi pero en parte parece. Gracias por escribir, me hace bien! Y lo haces maravillosamente!

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