Te
imagino así. Rodeada de amigas, de amigos, de novios. Siempre alegre, cordial,
predispuesta. Todos te aman, te quieren. Caes bien. Te ven como a una persona
normal, común. Una más, una de ellos. Alguien dijo que eras seria, sencilla,
que te arreglabas sola, que te sabías manejar. “Es responsable” dijeron. Pero
había algo que no funcionaba, algo que estaba siempre ahí, latente. Una mirada
oscura, un asco. Parecías una más pero no lo eras. No lo sos. Una sensación se
iba apoderando de tu cabeza, como una grieta, como una rajadura. Como
levantarse una mañana y sentir que algo cambió aunque nada haya cambiado. Algo
no funcionaba alrededor tuyo. Ya no eras normal. Nunca lo fuiste. ¿Fueron las
drogas? No, en todo caso las drogas despertaron algo que respiraba dentro tuyo,
algo que se incubaba. Algo vivo. Todos parecen muertos alrededor. Todos aceptan
lo que les ocurre. Hay que aprender a aceptar. El Universo nos vomitó. La
tragedia se lava de la piel de los demás. No de la tuya. A vos se te impregna,
se te pega, no te la podes sacar de encima. Te envuelve, te atraviesa. Y esa
tiniebla crece, se nutre, muta, se convierte en una certeza. Esta siempre ahí,
dispuesta a saltar, a morder. ¿Por qué las cosas funcionan así?¿por qué las
personas son así? Las palabras frívolas brotan a tu alrededor. Queres huir,
desaparecer, no ver a nadie. Una pecera aislada, que te proteja, que convierta
al afuera en algo lejano. Pero el afuera esta siempre cerca, dispuesto a
saltar, a morder, a lastimar.
Para
mí, siempre fue más difícil. Nunca fui normal. En el jardín, hablaba conmigo
mismo. Lo sigo haciendo. La gente escapaba de mí; aun lo hace. Nunca estuve
rodeado de amigos, de amigas, de novias. No me amaban, no me querían. No caía
bien. Me decían que tenía que ser una persona normal. Me convencieron de serlo.
De adaptarme, de ser parte. Duró poco. La máscara se me cayó casi enseguida. No
era normal. Había algo que me molestaba, algo que me desconcertaba. Fue más
difícil, sí, pero a la vez fue más fácil. En un momento lo acepté, lo abracé,
lo articulé. Puedo decir que es ese algo que está mal. Ese algo que vos no
podes descifrar. Ese algo que puede hacerte explotar los ojos si escuchas a
alguien decir que tiene que descongelar un pollo. Ese algo que te abraza el
pecho y te corta la respiración. Que te pone nerviosa, ansiosa. Que te
desespera. El ser humano no tiene sentido, la vida se nos escurre. Somos
patéticos y efímeros. Nos aferramos a la nada. No podes ser parte de la
sociedad. No podes aceptar esas reglas. Ninguna regla. Ni siquiera las de
cortesía. Te angustia la idea de una clase, de un cumulo de gente. Sos libre,
en tu cabeza lo sos. No estás atada a nada. No podes amoldarte, por más que
quieras. Te recomiendo que ni siquiera lo intentes.
Sin
embargo, seguís siendo responsable. Yo también. Siempre lo fuimos. Convive en
nosotros esa contradicción. Sabemos poner los pies en la tierra, vivir en la
realidad concreta. Al menos lo suficiente para sobrevivir. Hay lugares para
varias facetas en nuestras cabezas. Podemos caer bien, adaptarnos. Pero nunca
la fusión será total. Huiremos antes. Nos gusta desaparecer. Que la gente se
canse de buscarnos. La soledad hiere, pero más hieren las personas. A veces soy
monstruo, un monstruo horrido. Te he tratado mal, incluso. Soy un como un gato
herido, ataco para defenderme. Vos te escondes cuando estas herida.
No
queres ver a nadie. La gente te agobia. Siempre estas pensando en escapar. No
necesitas decírmelo. Lo veo en tus ojos, que son como los míos. Cambiar de
aires, conocer otros lugares, otra gente. Volver a nacer, como si tu pasado no
existiera. Queres perder a la gente, a todos los que conoces. Pero no vas a
poder. No hay forma de escapar. Sábelo. Y eso no significa no hacer cosas. Hace
todo lo que quieras. Pero ese algo te seguirá adonde vayas. Tu esqueleto no
puede salir corriendo, tu mente no puede dejar de pensar, tu carne no va a
estallar. Tu piel se corta, se hiere, se amorata. Sola. Estas al límite. Tu
máscara está a punto de fracturarse. No hay salida. No hay un paraíso perdido.
Todo es igual; fuimos escupidos por la misma máquina trituradora. En todos
lados es igual; el ser humano es siempre el mismo animal ventajero, frío,
insensible, angustiante. No busques el cielo en un baño público.
Cuando
pienso en la nuca de las personas, comprendo su fragilidad. Como si todo lo que
fueran terminara en el corte abrupto de su cráneo. La muerte anida en las
nucas. Es un poco tonto escribirlo pero es angustiante cuando lo pienso. Las
personas, personas con vida e historia, se convierten en fantasmas cenicientos.
Imagino que vos debes sufrir algún trauma parecido. Alguna imagen, alguna frase
inocente, que de repente despierta a la Hydra dormida. Un torrente de dientes
que no podemos detener. La futilidad muestra su peor rostro. Por eso a veces te
odio, pero en general te quiero. Estás enfrente de mí. Me tapó los ojos. No
quiero hablarte, no quiero escucharte. Me das asco. Sos demasiado parecida a
mí.
Se que no esta inspirado en mi pero en parte parece. Gracias por escribir, me hace bien! Y lo haces maravillosamente!
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