Un
perro apoltronado sobre una bolsa de arena. Se lo ve cansado. Ni fuerza para
ladrar parece tener. Se limita a mirar. El día pintaba caluroso, pero no lo
fue. Fue un hermoso día. Tranquilo. Sin demasiado para decir ni hacer. El personaje
se ve desprendido de casi todo y de casi todos. Silencio. Alguna fantasía cruza
su cabeza…ya estoy curado, anestesiado,
ya me he olvidado de ti…no es cierto tampoco, pero lo intenta…ya no te espero, ya no te llamo, ya no me
engaño…la nada atraviesa, es difícil escribir, a veces simplemente no hay
nada que decir…hoy te he borrado de mi
paciencia, hoy fui capaz…apenas un puñado de palabras y después una pura
incertidumbre. Quiere la verdad, pero la verdad nunca podrá ser pronunciada. La
mentira es necesaria, al fin lo comprende. Vivir con el silencio, con la
resignación. Con lo no dicho. La verdad no alcanza, la verdad duele. Es deber
callar y tragarse todo. Es callar o mentir. Elige callar. Callar eso que aun
dura, pero de a poco se apaga. El personaje sonríe, simplemente bromea. Un chiste,
otro, tal vez otro más. Lo que le duele se retuerce debajo de todos esos
chistes. Es hora de moverse, piensa, de hacer algo. Basta de todo esto. De este
caretaje que va vivir después de que muera la ciudad. El caretaje va a
sobrevivir al fin del mundo, como las cucarachas. La pared del patio esta
tapizada con pequeñas babosas, hablando de eso. Después de la lluvia, salieron
vaya a saberse de dónde; son pequeñas, sí, pero son decenas. Besan despacio,
con ardiente paciencia, la pintura de las paredes. El vecino insiste con AC/DC
y su rockerismo; su única excusa es que sea un adolescente. Va a pagar el
alquiler y hay una discusión en la inmobiliaria por un inquilino que habría
dejado el depto en malas condiciones. El personaje escucha divertido; terminó
de pagar los gastos de contrato. Ahora va a tener más dinero. Mucho no le
interesa. Comprende que no consume más que lo necesario, que está alejado de
esas cuestiones. Tal vez por eso las cosas le vayan así. Una sonrisa, hablá
sobre zapatillas, sobre ropa, superficialidades. La verdad no sirve, a nadie le
interesa. Mentir, hay que mentir a todos. Clasifica cartas con el Rojo y hablan
de fútbol; ninguno de los dos quiere esa tarea, pero son los únicos que la
hacen. El famoso deber, que le dicen. Mientras, el resto la pasa bien. Por algún
motivo, el personaje nunca siente estar en el lugar que desea estar. El deseo
es algo móvil, según dicen algunos. El oleaje pasa mientras, como si las horas
no existieran.
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