miércoles, 29 de febrero de 2012

Sangre de Gallo

Siempre se comentaba que cada persona tenía un animal en la cabeza, al cual alimentaba con ideas. Se lo repetía una y otra vez, todos los días a toda hora. Lo hacía por que era la mejor idea que había tenido en años. "Animales en la cabeza es extraño" se decía, una y otra vez. Desde hacia varios meses que alimentaba al animal de su cerebro con ideas paranoicas. "Debe ser la vecina y sus embrujos" se decía, mientras un miedo irracional le recorría la espalda y se escondía en el fondo de su cabellera. "Sí, esa vecina debe ser, su mirada es extraña".
Unos años atrás se había mudado a la casa en la que vivía actualmente; era una pequeña casillita prefabricada, cuyo humilde mobiliario consistía en una cama, un braserito y una mesa con un mantel de hule, quizás el artículo más lujoso que poseía. Su sueldo de ayudante de carpintero no le alcanzaba para alquilar más que eso.

(continuara...)

¿Es inmortal el Espíritu?


Espacio cedido, a cambio de una jugosa remuneración, a la Iglesia de la Sagrada Reencarnación y la Salvación Eterna.

En nuestra organización religiosa, sabemos que sabes que sabemos que te preguntas: “¿Cuál es el sentido de la vida?” o “¿Es nuestro espíritu inmortal?”. Lo que no sabemos es la respuesta a esas preguntas. Pero podemos guiarte para que tú encuentres esas respuestas. Por que Dios es Todopoderoso, es decir, es Todo y Poderoso. Y Él te ayudara a encontrar las respuestas a esas preguntas que tanto te agobian. Por que nosotros somos simples humanos que desconocemos las respuestas pero somos, eso sí, personas que tienen línea directa con el Cielo. Nosotros levantamos el tubo y hablamos con el santo que deseamos hablar y después nos confesamos por haber incurrido en el pecado del deseo. Por eso te decimos, hermano, que tú debes creer. Y tú eres incrédulo si no quieres creer que salvaras tu alma sí crees en nosotros. O, mejor dicho, en nuestro Dios, que es Todopoderoso, es decir, es Todo y Poderoso. Te cito, si no me crees, el Mateo 18:32 que dice: “Aquel que no crea en el Espíritu Santo, no creerá en el Espíritu Santo”. O el aun más persuasivo José 32:32 que dice: “Aquel que no crea en la Voluntad del Creador, arderá en las llamas de nuestra hoguera”. Es por eso que decimos, hermano, que debes unirte a nuestra organización. Por que debes rechazar a Satanás y todas sus promesas impías, por que debes aferrarte a la fe como única salida en un mundo lleno de corrupción y cinismo rojo, por que nosotros, hermano, somos ese salvavidas celestial que Dios te arroja desde una nube para que lo tomes y te garantices un más allá paradisíaco o, mejor dicho, en el Paraíso. No un árbol llamado Paraíso, sino en ese lugar donde vive Dios, etcétera, etcétera. Y no se puede acceder a ese lugar sin una vida de militancia en nuestra organización. Nosotros tenemos la escalera al cielo y tenemos apalabrado a San Pedro, que tiene la llave. Veo, hermano, que sigues incrédulo. Aquí cito un milagro llevado a cabo por Nuestro Señor, referido en el Samuel 15:46, y dice: “Una mañana de sol, se acercase Nuestro Señor a la tumba del tuerto Miranda y dijo: “Levántate y anda”. Y el tuerto Miranda no se movió de su lugar por que el Señor así lo dispuso”. También podemos mencionar al Fabián 37:12 que dice: “Cuando un vagabundo ciego se le acercó a Nuestro Señor y le pidió que le curara la ceguera, Nuestro Señor dio media vuelta y corrió hasta el pueblo más cercano”. Pero mejor vayamos, hermano, al nudo, a la cuestión que nos trae hoy a este blog que tan amablemente nos cedió este espacio, cosa que agradecemos profundamente (N. de la R.: de nada), pero más allá de eso, hermano, hablemos de lo que nos atañe: ¿Es inmortal el Espíritu? Me refiero a nuestro Espíritu, claro esta. Ese que llevamos todos los días y al lugar que vamos, aun a nuestro pesar. Tú, hermano incrédulo, debes estar diciendo cualquier herejía pero antes de blasfemar lee lo que dice el Ezequiel 52:41: “Era una tarde de primavera, estaba recostado en mi lecho, cuando se acercó Nuestro Señor y me dijo: “¿Qué haces aquí, hijo mío, mientras tu novia esta en el bar?”. Lo miré fijo a sus penetrantes ojos negros y le dije: “Es que estoy preocupado, Señor”. “No debes preocuparte, hijo mío, debes disfrutar de este regalo que es la vida” me dijo, mientras se quitaba un trocito de pan de entre los dientes. “Que voy a hacer, si soy así” le respondí “hay cosas que me preocupan, Señor”. “Dime tus dudas, hijo mío, y yo las evacuaré”. Lo miré fijo a sus penetrantes ojos negros y pregunté: “Primero, ¿Por qué me dices hijo mío y yo a ti Señor, si soy tres años mayor que tú?. Segundo, ¿Vive nuestro espíritu después de la muerte?¿Hay, acaso, una existencia después de la terrenal?”. El Señor tomó un trago de vino del pico de una ánfora, me miró y respondió: “Primero, te llamo hijo mío, hijo mío, por que yo soy el Padre de todas las cosas que conoces y, por lo tanto, te llamo como quiero. Segundo, sí existe una vida después de la terrenal pero depende de ti como quieras que sea esa vida. Si crees en tu Señor, es decir, en mí, entonces tendrás una vida eterna extraordinaria, si sigues blasfemando y preguntando tonterías arderás por siempre en las llamas voraces del Infierno”. Luego se rascó la barbilla, pensativo, y dijo: “Me has hecho enojar y el enojo de tu Señor se paga con sangre. Ahora ve y tráeme dulce de dátiles cultivados a la sombra”. Así el Señor despejó mis dudas pero me dejó una: ¿De donde saco dátiles cultivados a la sombra?. Pero, en que lío yo me metí”. Y paramos aquí, hermano, ya que Ezequiel comienza a narrar a partir de aquí su periplo por todo Jerusalén en busca de esos dátiles. Pero este párrafo sirve, hermano, para que te des cuenta lo que el Señor propone. O me amas y crees en mí como en nada en el mundo o vas a buscar dátil…, perdón, o ardes en el Infierno. Se que te debes estar preguntando, hermano, como es ese Paraíso del que tanto habla Nuestro Señor. Para desasnarte, trascribo el Carmelo 43: 21, que dice: “Una noche, una prostituta vino a reclamarle un dinero que Él le debía por un trabajo que ella había realizado. Nuestro Señor la tomó entre sus brazos y le dijo: “Si tu me perdonas esa deuda, yo perdonare tus pecados y te haré un lugar en el Paraíso, donde podrás descansar de tu ajetreada vida terrenal, donde harás todo lo que desees y donde finalmente serás libre. Estarás acompañada  por toda clase de…” Y Nuestro Señor no pudo terminar su discurso por que el representante de la impura mujer lo empezó a perseguir con un palo”. También existen descripciones del Infierno, hermano, pero no ahondaremos en ninguna. Si diremos que es un lugar bastante feito. Solo queremos decirte que debes unirte a nosotros si quieres la salvación, si quieres un más allá celestial pero para eso debes tener un más acá sacrificado, sufrido, doloroso, por que esa es la voluntad de Nuestro Señor. Y para empezar, puedes enviar un cheque mensual a nuestra Iglesia y nosotros tramitaremos tu salvación eterna. Buenas tardes, hermano, y que Nuestro Señor te acompañe y te ayude.

Pastor Ruden Darío Jiménez de Alcorta, religioso.

domingo, 26 de febrero de 2012

Las extrañas ocurrencias de Santiago y Juan


Buenas tardes, ¿Cómo les va? Señora, señor, que es lo que cuentan, lo que nos dicen,¿eh?¿eh?. Antes que nada, quiero decirles que mi nombre es Santiago Jiménez H y soy un escritor. Bueno, es cierto que algunos dirán que, para ser escritor, primero hay que escribir algo, cosa que yo no he hecho aún. Es por eso que acepté este humilde pero importante trabajo en este blog pujante y lleno de bríos que es “Atrapar al Señor Pato”. Para escribir y así, un día, poder ser escritor. Bien, debo decirles que la primera tarea que me encomendaron en la Redacción no me entusiasmó demasiado. Es que me dieron una lista de supermercado y me dijeron que les trajera todo lo que allí había escrito. Difícil tarea sin dudas, sobre todo para mí que estoy tan sumergido en las más profundas reflexiones literarias que a veces pierdo algo de contacto con la realidad. Pero no esquivé el bulto a mis responsabilidades por que si hay algo que nunca hago es esquivar el bulto a mis responsabilidades. Decidí ir a un hipermercado por que supuse que allí encontraría todo lo que necesitaba. Le pedí a mi compañero de casa, Juan Sagasmendi, que me acompañara. Les comento de paso que Juan es poeta o, mejor dicho, quiere serlo pero no consigue que nadie crea que sus versos son realmente buenos. Y, siendo honestos, creo que se esfuerza demasiado en su postura de buscador de verdades existenciales y esas cosas. Prefiero algo más liviano, más accesible y volátil antes que sus oscuros poemas sobre la verdad, la muerte y las mariposas. Bien, de todas formas fuimos al hipermercado y lo primero que debíamos elegir era un changuito. En lo personal, quería llevar uno con un asiento de bebés para apoyar las cosas que fueran frágiles como un bebé, sin embargo Juan afirmaba que mi idea era tan estúpida e ilógica como esta existencia que sobrellevamos. Finalmente, al no poder decidirnos, llevamos un carrito cada uno. Cuando nos decidimos a traspasar la puerta, nos encontramos con una joven algo gordita y demasiado maquillada que nos saludó. Le guiñe un ojo a Juan y me le acerque con un calido “Hola”. Ella me miró algo extrañada pero no me preocupé, era parte del juego. Empecé a hablarle de mis planes como escritor de novelas exitosas pero ella parecía algo incomoda. Fue entonces cuando Juan gritó:
-¡¿No te das cuenta de que no te tiró onda?¿De que saluda a todos los que entran?¿No te das cuenta de que existen miles de hombres como vos, encerrados en esta cáscara que llamamos vida?!!!
Miré el cuadro general y entendí que Juan, a pesar de sus gritos, tenía razón, me saludaba a mí como saludaba a todos los que ingresaban. Dolorido por este nuevo fracaso amoroso, me encaminé a realizar mis compras. Debo admitir que el pedido era bastante extraño: dos hojas de afeitar, cuarenta y nueve rollos de papel higiénico, una botella de Gancia, medio kilo de mortadela, un cornalito, dos sobres, entre otros artículos. Mientras abarrotaba de cosas mi carrito, saque mi implacable mirada de escritor, capaz de desnudar las más bajas conductas del ser humano. Por ejemplo, noté que mucha gente compra yerba. ¿No es gracioso eso?¿para que la llevan?¿para “enyerbarse?. Le comenté esto a Juan quien me miró como si le estuviera diciendo una gansada de proporciones astronómicas. A veces, Juan tiene una mirada muy expresiva. Otra cosa que observé fue el frío que hace en la sección congelados, el olor a pescado que hay en la pescadería, entre otras cosas. Cuando le dije a Juan que pensaba de mis agudas observaciones, me miró raro y me respondió que “lo único que observo son un montón de personas similares comprando latas de tomate similares”. El resto del recorrido nos mantuvimos en silencio. Pagamos, dejamos los carritos en su sitio y nos retiramos. Cuando venia para acá (cuando digo acá, me refiero a mi casa) pensé que iba a ser más divertido cuando lo vea escrito pero lo leo y no me parece divertido. Le pregunte a Juan y me respondió que la diversión era solo una excusa para olvidarnos de la muerte. Luego siguió jugando al solitario, fiel a su costumbre. Por mi parte, decidí mandar este escrito de todas formas, para ver que onda. Pero los correctores y editores de este prestigioso blog tienen cánones tan altos que no creo que estas líneas vean la luz cibernética. Buenas tardes

(N del E: Sí, lo publicamos igual por que ni ganas de hacernos los exquisitos, además creemos que estos dos personajes pueden tener algo de futuro, téngales paciencia)

Cangrejos (fragmento)


(...) Manuel odiaba ir a los bares, verdaderamente lo odiaba. Pero debía hacerlo, aunque no le gustara, debía hacerlo. Es que, al fin y al cabo, era la única forma en la que podía conocer gente, era la única forma donde podía relacionarse con personas que tenían sus mismos intereses, con gente similar a él. De otra forma, siempre estaría atrapado entre las vecinas de su barrio y sus compañeros en la imprenta, lo cual le generaba una insoportable sensación de encierro en la boca del estomago. Sin embargo, también sentía que salir los sábados a la noche a los mismos bares era una manera de seguir encerrado; tal vez solo era ampliar la jaula pero no significaba romper los barrotes. Pero estas sombras de oscuridad que le sobrevolaban el cerebro, desaparecieron cuando llegó al bar de su facultad. Se paró en la fila para hombres y esperó su turno para entrar. Mientras lo hacia,  se entretenía escuchando las conversaciones de los jóvenes que lo rodeaban.
-¿Habrá muchas minas?- se preguntaba uno de camisa azul y pelo azabache.
-Y, seguro que sí, acá siempre hay- le respondió uno flaco, alto y desgarbado que estaba a su lado.
En el bar se escuchaba el estruendoso ruido de una música bailable y Manuel ya podía imaginar el cuadro con el que se encontraría al ingresar: mucha gente apretada, casi sin poder moverse, con vasos en la mano, apestando a alcohol, babeándose unos a otros, excitados y deseosos de vivir un momento de felicidad que se les negaba durante toda la semana. Luego de pensar esto, se rió: a pesar de su conciencia sobre la situación, él también era uno de ellos. Aunque odiaba los bares, igual iba a ellos, por lo que, de alguna forma, legitimaba esos sitios perversos. Terminaba encerrado en una especie de rueda: para conocer personas nuevas, debía a asistir a un lugar que detestaba. A veces se preguntaba si la gente de esos bares era diferente a la que veía por la calle.
Dentro del bar comenzó a sonar la canción del momento, esa que se escuchaba en todos los lugares. Uno de los jóvenes que estaba delante de Manuel se lamentó por eso: según él, ahora debería esperar hasta la madrugada para que vuelva a escucharse. Manuel no entendía cual era la diferencia entre esa canción y otras canciones pero supuso que seria una pena que la canción haya pasado y ellos estuvieran en la fila.
Entre estas disquisiciones, Manuel llegó al ingreso del bar. Allí lo esperaba un hombre enorme y fornido, con aspecto de subnormal, que le pedía a cada uno de los ingresantes la cedula y el certificado de alumno actualizado. Manuel sacó ambos de su bolsillo y se las mostró al hombre cuando este se las pidió. El hombre los tomó entre sus dedos gordos y torpes, examinó ambos como si se tratara de un complejo manuscrito. Luego lo miró a Manuel con satisfacción.
-No podes entrar, flaco
-¿Cómo?
-Este certificado no esta actualizado, es del mes pasado
-Pero esta semana cambio el mes, no pude actualizarlo
-No me importa, no esta actualizado, no podes entrar
-Pero vengo siempre, me conoces
-Yo solo conozco certificados actualizados
Manuel miró al hombre con una mezcla rara de odio e impotencia. Pensó en decirle algo pero nada salió de su boca.
-Córrete, flaco-le dijo el hombre- ándate y terminá bien la noche.
Manuel se salió de la fila y se quedó parado sin pensar, mirando la puerta del bar, mirando al hombre que pedía certificados y todos los jóvenes disciplinados con sus certificados actualizados que accedían al mundo de diversión adulta que esos bares ofrecían. Buscó en sus bolsillos y encontró el certificado de trabajador de imprenta y se encaminó al otro bar al que estaba habilitado para ir. Mientras se dirigía hacia allí, se dio cuenta de que verdaderamente no tenía ganas de ingresar allí, a ese bar y que era una suerte que lo hubiesen echado. Por otro lado, sabia que si lo hubieran dejado entrar, se habría acomodado en la barra, hubiera tomado una cerveza y se habría aburrido como una ostia, tal cual le pasaba todos los sábados. Entendió, entonces, que ir al bar solo era una parte más de su rutina, tal cual lo era la de todos los jóvenes que allí ingresaban para ver a la misma gente todos los fines de semana. Pero él se dio cuenta de todo cuando lo echaron, es decir, mientras se pertenece no existen cuestionamientos, solo aparecen cuando uno deja de pertenecer y la duda que acosaba a Manuel era si su satisfacción por no pertenecer era valida o no, ya que apareció cuando lo echaron. “No, no es así” pensó, enojado “Odio esos lugares, los odio, solo voy por una estúpida imposición social que me dice que debo ir. Y si me echan es solo la muestra de lo estúpido y mecánico que es todo eso de los bares”. En plena tormenta cerebral, llegó al bar de la imprenta. Era un local oscuro y pequeño, con una luz mortecina que iluminaba el cartel con el nombre del bar. En la puerta, había un viejo calvo y encorvado, vestido con un traje negro raído, que estaba sentado sobre un banquito. Manuel lo saludó al llegar a la puerta pero el viejo no pareció prestarle atención. Manuel se quedó parado en la puerta esperando que le pidan su certificado pero el viejo solo miraba hacia la vereda de enfrente, absorbido por sus ideas. Luego de unos minutos, Manuel decidió ingresar al bar y, al hacerlo, el viejo no se inmutó: siguió sentado en su banquito, mirando hacia la vereda de enfrente, como si esperara que algo ocurriera allí.
El bar por dentro no era demasiado acogedor. De fondo, sonaba un bolero antiguo y ridículo, algunas mesas de madera poblaban el salón, solo una de ellas estaba ocupado por un hombre de pelo engominado que bebía de un vaso pequeño. En la barra, un mozo fumaba un cigarro apestoso que infestaba de humo al lugar. Sentado en la mesa, había un hombre gordo y canoso al que Manuel  reconoció de inmediato. Era su jefe, el Señor Szelagowsky. Se sentó junto a el y lo saludó con un seco “Hola”. Szelagowsky no pareció percatarse de su presencia hasta que Manuel le pidió una cerveza al mozo de la barra.
-¿Cerveza?- dijo Szelagowsky –acá se toma caña, whisky, cinzano, moscato, capaz que fernet, pibe- luego soltó una estruendosa carcajada y le tomo el hombro con su mano gorda y transpirada.
Manuel se sonrió y pidió un fernet. El mozo lo sirvió puro y sin ningún tipo de ceremonia. Manuel bebió el primer sorbo y sintió como un liquido amargo le hacía fruncir la garganta.
-Acostúmbrese, pibe, si va a venir por acá- le dijo Szelagowsky
-Si, creo que sí, que voy a venir seguido-le respondió Manuel, mientras tomaba otro sorbo de fernet- No es peor que otros lugares-
Szelagowsky se rió de las palabras de Manuel
-Todos los lugares son buenos mientras te sirvan algo-le dijo, con una mirada cómplice-el problema es cuando dejan de servírtelo.
Manuel asintió y siguió tomando su fernet. Ahora sonaba un tango algo melancólico. El hombre engominado pidió la cuenta, pagó y se retiró. Manuel observó con curiosidad un cuadro de Boca campeón 1962 y se preguntó que seria de la vida de todos esos jugadores de fútbol, que en su época fueron considerados héroes. Cuando terminó su fernet, pidió otro y siguió bebiendo en silencio, en compañía de Szelagowsky. (...) 

sábado, 25 de febrero de 2012

La vida de todos los días

Hay una serie de situaciones que debemos afrontar todos los días. Cada uno responde de una manera distinta ante esas situaciones por que no existe algún tipo de manual para consultar en esas ocasiones. Sin embargo, la manera en la que reaccionamos en esas ocasiones nos posicionan en la escala social. Si nuestra forma de obrar es la que los otros esperan, entonces nos tendrán en la consideración más alta. Sino, descenderemos hasta el fondo. Claro que para algunos espíritus ingenuos y sensibles estos criterios son arbitrarios y perversos. Se preguntaran, por ejemplo, “¿Cómo puede ser la gente tan estúpida?” o “¿Cómo puede gustarles mi reacción si no tengo una guía para manejarme?”. Para la primera pregunta no tenemos respuesta, pero para la segunda si. Es que en Atrapar al Señor Pato nos interesa servir a la comunidad. Por eso preparamos algunas situaciones callejeras con las que podemos toparnos y cual seria la reacción ideal:

Perros: muchas veces ocurre que vamos caminando, mirando los árboles, escuchando el cantar de los pájaros, hasta que, de repente, un animal de aspecto feroz, con los ojos inyectados en sangre, con dientes enormes y filosos, una masa deforme de músculos y pelo, comienza a ladrarnos, sin razón aparente. Es un perro. Hay dos variantes para esos casos. La primera es si el perro esta atado y/o encerrado. En ese caso hay que dejarlo ladrar y procurar pasar por el lugar donde se encuentre el animal con la mayor dignidad posible. Es decir, a paso firme y cabeza levantada. Si miramos hacia el suelo y/o pasamos a paso ligero, el perro se saldrá con la suya. El animal no ladra a los transeúntes por que representan un peligro para su hogar sino que lo hace para desenmascarar aquellos que tienen culpa. Por eso, aunque seamos culpables de algo, no le otorguemos al perro la satisfacción de pensar: “Yo sabia”. Pero nos interesa más la segunda variable que es cuando el perro esta suelto. Pero es si el can, no solo esta suelto, sino que, además, no se divisa al dueño en las cercanías. Si el animal nos “chumba” y estamos solos, lo  más seguro es tomar un objeto contundente o, lisa y llanamente, correr. Pero si estamos con alguna compañía femenina, entonces lo que debemos hacer es trenzarnos en una lucha cuerpo a cuerpo con el perro al grito de “Veni, si sos guapo”. Claro que podemos perecer en esta instancia pero si sobrevivimos quedaremos como unos valientes frente a nuestra pretendida, que, encima, nos hará publicidad entre todos los conocidos.

Patotas: muchas veces vamos caminando buceando en nuestro oscuro mundo interior, pensando en como habrá salido San Lorenzo y en otras cuestiones existenciales de igual tenor, cuando nos cruzamos con un grupo de jóvenes que están tomando vino o consumiendo algún tipo de sustancia alucinógena. Tal vez alguno de ellos se nos acerque con actitud amistosa y nos pida la hora o un cigarrillo, nosotros respondamos amablemente y el incidente termine ahí. Pero puede ser que nosotros pasemos cerca de ellos, los miremos de reojo, a lo cual alguno de los integrantes de la “patota” pregunte “¿Y vos que miras, gil?”, pregunta que lleva la inequívoca dirección de la pelea y la confrontación. Intentaremos esquivarlos pero ellos nos rodearan. Ahí, les aseguro, resultara inútil intentar convencerlos de que, en realidad, ellos no son violentos sino que son un producto de esta sociedad capitalista que exprime y aplasta la voluntad de los individuos. Algunos, incluso, recomendarían correr pero lo ideal es romperse la camisa e ir al choque al grito de “Ansina no se mata un valiente”. Seguramente recibiremos la paliza de nuestras vidas pero tendremos un estupenda quijotada que contar a nuestras amistades y el ascenso en la escala social asegurado.
 
Mujeres: referencia exclusiva para los varones. A veces, ocurre que vamos caminando y vemos a una linda chica caminando por la calle. Imaginamos, por la forma de sus caderas y el tamaño de sus piernas, que puede tener una linda cola. Si estamos solos, la decisión de mirar es nuestra. Personalmente, me parece que andar babeando por una cola que pasa por ahí es algo de mal gusto y poco recomendable. Pero debo aclarar que mi visión no es compartida por ningún miembro de este colectivo denominado “varones”. Por eso, si van acompañados, dense vuelta y realizan algún comentario obsceno y carente de sutileza como, por ejemplo, “La parto como una pizza” o “Le lleno el orto de leche”, entre otros igual de elevados. Les advierto que sino lo hacen pueden ser considerados como homosexuales, aunque no sea así. Y su lugar en la escala social caería hasta el décimo subsuelo.

Transporte urbano:
Colectivos: vehículo comunitario preferido por las clases medias urbanas. Realizar un viaje en él es absolutamente complejo. Lo primero que hay que saber es que si sube una embarazada y/o una anciana se debe ceder el asiento. Una manera de evitar esto es sentarse en los asientos del fondo ya que los primeros suelen tener más obligaciones en este aspecto. Pero no hay que esquivar el bulto si toca ceder el lugar: hacerlo nos dar el mote de “caballero”, distinción muy apreciada por la comunidad colectivera. Después suelen darse diversas situaciones arriba de un micro. Por ejemplo, los asientos se llenan de una manera muy particular. Primero, se completan los individuales. Luego, los dobles pero solo el de la ventanilla y después los del pasillo. El último en ser ocupado es el asiento del centro de los del fondo. Algo similar ocurre con los que van parado. La gente, al comienzo, se apila adelante. Hasta que un espíritu decidido y aventurero rompe la barrera y se ubica, parado, en el fondo. A partir de ahí, el colectivo se empieza a llenar parejo. Pero estas últimas consideraciones nada tiene que ver con el tema que nos ocupa.

Trenes: transporte difícil de utilizar. No por cuestiones de ubicación geográfica sino por el esfuerzo emocional que lleva hacer un viaje en tren. Vehículo que suelen utilizar las clases bajas por su economía. Se puede observar a personas abatidas por la vida y las circunstancias. De ambiente depresivo y carente de sonrisas, un gesto amable, una actitud solidaria, una palabra de gratitud puede no hacernos subir en ninguna escala social pero no importa. Hace bien a todos. No recomendable para almas sensibles y absorbentes.


viernes, 24 de febrero de 2012

Aquí estamos Nosotros

Guía de Bolsillo para Ser Humano


Es simple ser un gato. Las preocupaciones de esta especie de felinos no van más allá de procurarse alimento y un lugar para dormir. Cuando están en celo, buscan a un ejemplar del sexo contrario y listo. Pero no todo es tan sencillo para los humanos. Abrumados por una enorme lista de reglas no escritas, esas actividades simples para cualquier animal para los hombres son actividades que consumen una energía enorme y devastadora. Hay algunas personas que rápidamente se adaptan a estas normas y consiguen desarrollarse de manera plana y feliz. La sospecha generalizada es que esas personas son las que fabrican estas reglas a gusto y así siempre es más fácil. Por que la realidad es que son leyes tan complejas e inescrutables que algunos nunca ni siquiera llegan a imaginar que existen. Por eso tratar de realizar un pequeño catálogo para tratar de parecerse a un ser humano aparece como una misión casi imposible de realizar. Pero lo intentaremos. Más que nada pensando en todas esas almas solitarias y desesperadas que no saben que hacer para adaptarse a la sociedad y han llegado a buscar la solución a sus problemas en un blog.
La primera y más importante cuestión a tener en cuenta a la hora de iniciar su camino como humanos es la mentira. Aprender a mentir. El exceso de sinceridad no es aconsejable. Incluso, con el tiempo lo mejor seria borrar cualquier rasgo de verdad o franqueza en sus actitudes. Me atrevería a decir que la mentira es la base de la sociedad humana. Usted, por ejemplo, si desea conquistar a una persona del sexo opuesto debe mentir. Mejor conocido como “verso” o “chamuyo”, usted se acerca a una mujer (si es o intenta ser varón) y comienza a hablarle. Le dice que es muy linda (aunque no lo sea, no es importante), le dice que usted es un buen partido (aunque no lo sea, no es importante), intenta demostrar que no es un miserable, algo que, descontamos, usted es ya que todos los humanos, o que intentan serlo, lo son. Las relaciones humanas, las amorosas especialmente, se basan en la mentira. Cuando ambos descubren la verdad sobre el otro, la relación se acaba, se viene abajo, termina y ambos van a en busca de una nueva mentira. La gente se separa diciendo que se acabo el amor pero en realidad se acabo la mentira. Igual hablamos de los varones pero también esta la problemática de las mujeres. Si usted intenta ser una humana, entonces lo más recomendable es mentir con su físico. Vístase con ropa ajustada (banquese si le aprieta), póngase un revoque de pintura. Ahora suele utilizarse menos la ropa ajustada pero no crea que se salva: hágase la borracha, la inteligente, la superada. Aunque todavía se coma los mocos, siempre funciona. Y, fundamentalmente, nunca se regale. Complíquela, aunque este regalada, complíquela. Más allá de eso, las mentiras reinan en las relaciones humanas. Si usted desea ser un humano medianamente exitoso deberá utilizarlas todo el tiempo. No solo para conquistar a una persona del sexo opuesto, también para agradar a gente que odia, para decir cosas que no piensa ante personas influyentes, para decir que su nivel cultural es alto (aunque llegue a su casa y vea “Intrusos”), para decir que le gustan cosas que detesta o viceversa, para todo sirven las mentiras. Por eso decíamos más arriba que las mentiras son la base de las sociedad humana. Si usted quiere ser un humano pleno, entero, en todo su ser, entonces tendrá que mentir. La verdad es el refugio de los humanos no humanos, esa raza a la que usted pertenece, por ahora. Claro que se estará preguntando el por que de mentir. Por que todo es imagen, mi querido amigo, por si aun no se dio cuenta. En realidad, no importa lo que usted es o lo que usted piensa. Lo que importa es lo que usted aparenta ser o dice que piensa. Piensa en la siguiente ventaja: los demás solo pueden ver lo que usted muestra y será eso, por lo tanto, lo único que les interese. Por que esa es otra característica de los humanos: se vanaglorian de su ignorancia. Rechazan todo lo que desconocen y no les interesa saber sobre las cosas en profundidad. El ser humano es, por lo tanto, ignorante por definición. Aprovéchese de eso al transitar su recorrido para convertirse en ser humano. Otro consejo en este sentido es que se consiga un grupo de secuaces. Ya se habrá dado cuenta de que es imposible transitar una vida de mentiras solo. Los amigos más cercanos, que suelen ser dos o tres, son los que deben saber sus mentiras más bajas y oscuras. A su vez, usted sabrá las de ellos y se encubrirán mutuamente. Les hará publicidad y, también, les deseara el mal de una manera muy profunda ya que, inevitablemente, a ellos también les mentirá. No hay que descartar que aparezca una mujer en su camino y que ella se convierta en su mayor confidente, con un mecanismo muy similar al utilizado con los amigos. De ambos, hablara mal a sus espaldas. En cuanto a los sentimientos, usted debe ocultarlos y hacerse el superado, como si no lo afectaran. Después, vaya al baño y llore.
Algunas consideraciones finales. Consígase alguna adicción física. Fume, tome, dróguese, coma como un animal, mantenga relaciones sexuales con prostitutas, travestís o símil. Usted pensará que eso es innecesario pero vera que es imposible no descargar físicamente tantas mentiras. Si usted cree que puede mantener una vida sana, salir a correr, comer, bien, no intoxicarse, bueno, ahí tiene su obsesión física. Es imposible no tenerla así que escoja una y disfrute.
Por ultimo, búsquese una actividad para hacer. Si desea ser humano, es fundamental que tenga algún tipo de “carrera”. No importa cual por que hay de todo. Claro que quizás usted no pueda escoger pero en ese caso apechugue. Por que la actividad que usted elija le proporcionara algo de alimento, un techo y un entretenimiento mientras espera el destino inexorable de todo ser humano que es, obviamente, la muerte.
Acabamos, por ahora. En cualquier momento, ampliaremos nuestro consejo para que usted, que no sabemos que es, intente ser un humano más o menos indecente, que es, al fin y al cabo, como son todos los humanos.

jueves, 23 de febrero de 2012

Germán



Germán era un hombre. Su comportamiento era irreprochable para la sociedad. Un hombre, para considerarse como tal por la sociedad, debe tener objetivos y proyectos. Y a Germán le sobraban. No hacia otra cosa que poner delante suyo objetivos para luego proyectar como alcanzarlos. Se juntaba con su grupo amigos, tan hombres como él, para hablar de objetivos y proyectos; para enrostrarse los objetivos alcanzados y para describir los que debían alcanzar.  Germán, en definitiva, era un hombre tal como le gusta a la sociedad. Tenía objetivos y proyectos, tenía un auto nuevo, tenía una novia que cumplía con los rigores estéticos de la sociedad. Germán, también, hacia ejercicios y tenia un profundo sentimiento de caridad ya que donaba toda su ropa vieja y deshilachada a los pobres, quienes se lo agradecían ya que a ellos no les importaba usar ropa vieja y deshilachada. Pero Germán, a pesar de todas sus virtudes, tenía un inconveniente, que no lo dejaba disfrutar de su perfección con tranquilidad. Su mayor fantasía sexual era mojar con una jarra de agua fría a la mujer antes de hacer el amor y nunca había podido cumplirla. Su novia se había negado persistentemente a cumplírsela así que Germán intentó recurrir a otras mujeres. Fue, primero, a bares frecuentado por mujeres similares a su novia pero, al comentarle su propuesta, todas salían despavoridas. Así que debió alejarse del centro y adentrase en los suburbios. Sin embargo, esas mujeres tampoco consentían cumplir con su fantasía. Finalmente, recurrió a los prostíbulos pero tampoco tuvo suerte ya que ni las prostitutas más desesperadas consintieron su perversión. Así que Germán aun no pudo cumplir con su fantasía. A la sociedad, que lo sigue considerando un hombre, no le importa eso. Solo le importa que un hombre  tenga objetivos y proyectos, tenga un auto nuevo, tenga una novia que cumpla con los rigores estéticos de la sociedad, que haga ejercicios y tenga un profundo sentimiento de caridad.

Payasos

En el barrio de Hernán, por una ordenanza municipal, había un payaso en cada esquina. Estos se paraban al lado de un farol o, si lo hubiera, del buzón rojo del correo. Allí esperaban el paso de algún transeúnte que le solicitara una payasada, como podía ser, por ejemplo, tirarse un chorro de soda en la cara o hacer malabares con tres pelotitas amarillas. Esta medida se implementó bajo la excusa de alegrar a un barrio que, según los índices estadísticos, era el más triste de la ciudad. Estos índices se elaboran teniendo en cuenta ciertos parámetros de estilo de vida. Por ejemplo, el barrio de Hernán era el barrio con menor cantidad de peces dorado per capita o era, también, el barrio con menos triciclos azules de la ciudad. Estos indicadores, entre otros, lo terminaron señalando como un barrio triste. Así que la municipalidad decidió promulgar esta ordenanza que marca un régimen de ocho horas diarias de payasadas y que, para hacer cumplir esta medida, se contratarían payasos suficientes como para ubicar uno en cada esquina. Esto, naturalmente, abrió nuevas fuentes de trabajo ya que muchos jóvenes desempleados se alistaron en escuelas de circo, clase de clown o tomaron cursos particulares de payasadas con payasos profesionales.
Había diferentes tipos de payasos en el barrio de Hernán. Algunos que se especializaban en contar chistes subidos de tono, otros de carácter irascible que no soportaban el fracaso de sus payasadas. Estaban los que congregaban muchos vecinos y también los que nunca eran solicitados. Justamente en la esquina de la casa de Hernán había un payaso vestido con unos enormes pantalones violetas, tiradores y camisa verde a lunares blancos que nunca era solicitado. Los vecinos preferían pedir payasadas en otras esquinas más transitadas antes de ir a ver a este payaso. Hernán sabía, por alguna razón, que el nombre de ese payaso era Algodón de Azúcar.
Hernán nunca había solicitado payasadas por que sentía que él prefería respetar la identidad melancólica del barrio. Pero ese payaso le llamaba la atención. Siempre parado en su esquina, apoyado en el farol, mirando las payasadas y las risas de la esquina de enfrente, envidiando, quizás, ese publico. Siempre tranquilo, sin exaltarse, esperando su momento. Hernán solía espiarlo desde la ventana de su casa, corriendo apenas la cortina, fascinado por ese payaso tan disciplinado, incapaz de abandonar su puesto a pesar de no ser solicitado nunca por nadie. Pasaban los meses, las estaciones, el frió invernal, las lluvias torrenciales y Algodón de Azúcar seguía en su esquina, cumpliendo con las ocho horas reglamentarias, apoyando su espalda contra el farol de la luz.
Un día, sin poder soportar más esa situación, Hernán decidió ir a pedirle una payasada a Algodón de Azúcar. Cruzó la calle, se le acercó y, con tono alegre, le habló.
-¿Cómo anda? Quisiera una payasada.
Algodón de Azúcar lo miró sin decirle nada. En sus ojos se dejo traslucir una emoción evidente. Abrió la boca, sonrió, se puso en personaje.
-Sí, como no- le respondió a Hernán, como si hiciese eso todo el tiempo. Luego sacó una naranja de su bolsillo, la peló, la desgajó y fue comiéndose uno por uno los gajos. Hernán miraba toda la secuencia con una sonrisa en la cara, con ganas de estallar en una carcajada. Algodón de azúcar terminó de comer la naranja, saludó con una reverencia y se volvió a apoyar contra el farol. Hernán se sintió desconcertado.
-¿Eso es todo?¿Y el chiste?
Algodón de Azúcar lo miró como si no entendiese la pregunta. Lo examinó a Hernán de arriba abajo como si mirara a un marciano. Después de unos segundos, respondió.
-Ese es el chiste.
-¿Solo se come una naranja?- Hernán estaba sorprendido, no podía creer lo que había visto.
-Sí- respondió Algodón de Azúcar, sin inmutarse.
Hernán pensó en que responderle pero, al no encontrar palabras, estalló en una carcajada inexplicable. Algodón de Azúcar se sonrió con satisfacción. 

miércoles, 22 de febrero de 2012

Bocetos


Las siguientes líneas fueron rescatadas de algún viejo archivo. Es material que fue descartado en la anterior etapa por vulgar pero, como en esta nueva etapa somos más tolerantes, es decir, aceptamos más la vulgaridad, hemos decidido darles una oportunidad. Disfrútenlas aunque sea un poco. Buenas tardes.


Declaración de amor

El sol viste de luz a los edificios más altos de la ciudad mientras el viento mueve las hojas de los árboles. Por una vereda de baldosas destruidas, camina una mujer con antenas de cotillón. Sus labios son rojos y carnosos, su pelo enmarañado le borra las orejas. Ella habla el idioma del mar. Un hombre con anteojos negros esta parado junto a una pared vidriosa. Cuando la mujer pasa, el hombre le mira la espalda y se engaña diciendo que nunca había visto una espalda tan hermosa como esa. La mujer camina por entre las rejas de los portones. Los pájaros intentan cantar cuando ella pasa, pero desisten porque les parece ridículo hacerlo. Los ojos de las ventanas miran sus pies con una dulzura perversa. La mujer se detiene frente a una puerta y golpea con ternura. Luego espera a que le abran en silencio.
La mujer es hermosa porque es real. 

Renuncias

1 - No es solamente el dinero: son sus ojos. Sus ojos opacos, metálicos, inanimados. Todos los días, al ingresar a la oficina, tengo la sensación de saludar a una marioneta. Todos los días recibo una respuesta seca y desganada a mi saludo. Pero no es solo él: es todo. Son los muebles imperturbables, firmes ante el transcurso de las horas, mientras mis brazos se van derritiendo. Son, también, los sellos que retumban en mis oídos cada vez que los golpeo. Y, también, la tinta china que ennegrece la yema de mis dedos. Dedos que debo limpiar todos los días, solo para que al otro día vuelvan a entintarse. Porque no es un día. Son todos los días que han pasado, todos los días en los que he cruzado la misma puerta beige, recibiendo el mismo saludo seco, recibiendo la mirada fría de los muebles, quitando de mis dedos la invasiva tinta china de la almohadilla. El solo hecho de saber que no volveré a padecer eso, llena mi pecho de una tranquilidad dulce y melodiosa. Por que no es solamente el dinero: son sus ojos.

2 - He decidido renunciar a su fiambrería por que el jamón que vende me parece insultante.

Oda al Colegio

Quizás si hubiesen puesto anguilas disecadas en lugar de esos fríos barrotes de acero, las aulas hubiesen sido menos desagradables. Quizás si las polleras de las profesaras hubiesen sido más cortas, las clases de matemáticas hubiesen sido menos intrascendentes. Quizás si nuestras compañeras nos hubiesen amado a nosotros y no a los jóvenes apuestos, las clases hubiesen sido menos frustrantes.
Mañana tras mañana veíamos como las paredes que se elevaban sobre los pelos descuidados de los alumnos menos talentosos eran de un cemento naranja y dejaban caer limones de sus revoques. También nos asustábamos viendo los ojos vacíos de los niños más inteligentes, a quienes las palabras grises y pesadas les moldeaban la piel del rostro.
Pocas cosas resultan más deprimentes que el colegio; esa horrible sensación de amargura que nos invadía en cada día de clase, solo atenuada por el momento del timbrazo, quizás el instante más ansiado del día. Es que lo único bueno de ese adiestramiento para la vida de clase trabajadora es que se terminó.

martes, 21 de febrero de 2012

Una Nueva Etapa


Bueno, damos comienzo a una nueva etapa. Aunque nos preguntamos si es en verdad esta una nueva etapa o solo la continuación de la etapa anterior. Es por eso que borramos las entradas anteriores y cambamos diseño, para no tener ninguna vinculación con el pasado, así es. Entonces esta una nueva etapa. Sí, lo es. ¿Qué encontraran en esta nueva etapa? Nada diferente, cosas más o menos similares a las que había en la etapa antigua. Es decir, no cambiamos demasiado, excepto el diseño. Sin embargo, es una nueva etapa. Oh, sí que lo es. Una nueva etapa. Si hay algo que podría ejemplificar que es una nueva etapa es esto. Si señor. Bueno, entonces, hecha la presentación, empezamos esta nueva donde les ofreceremos lo mismo que antes: gastada retórica política, delirios melancólicos, chistes esquizofrénicos y un pésimo sentido de la armonía literaria y la belleza. Desde ya, muchas gracias anticipadas por las seguras risas y reflexiones que les sacaremos a la fuerza, como siempre lo hemos hecho, es decir, a la fuerza, por que por las buenas nunca hemos conseguido nada. Y un abrazo, que nunca esta de más. Buenas tardes.

La Redacción.