El perro ladraba con un esmero bastante inusual. Siempre estaba tirado a un costado de la casilla, moviéndose para que las moscas no se lo lleven. Él casi ni podía distinguir el ladrido del perro: sabía que era su perro el que ladraba porque lo veía ladrar. El perro ladraba hacia arriba, mirando la copa de un árbol que se situaba justo enfrente de la casilla. Movido por la curiosidad, se acercó a ver que era eso que alteraba la habitual tranquilidad de su perro. Lo hizo con mucha cautela, procurando no realizar ningún movimiento brusco. Cuando se encontró debajo del árbol, notó que algo colgaba de él. Era un objeto indefinido que pendía de una cuerda atada a la rama más alta. El perro continuaba ladrando y, cuando él se dio vuelta para gritarle que se calle, pudo ver como una cortina se movía en una de las ventanas de la casa de su vecina. “Es cosa de ella” pensó.
Continuará...
lindo el blog, me gusta el humor que tiene, algunos chistes me hacen acordar a Dolina, seguiré leyendo más, un saludo.
ResponderEliminarwww.volteretasenelaire-cristina.blogspot.com
que buen anzuelo, señor pato !! quiero saber como sigue..
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